El agro emite el 25% de los gases de efecto invernadero del país, pero se puede producir con beneficios para los agroecosistemas. Un estudio de la FAUBA mostró que los cultivos de cobertura, además de ofrecer múltiples ventajas a escala de lote, pueden sacar de la atmósfera casi 2 toneladas de dióxido de carbono por hectárea cada año.
El cambio climático tiene impactos negativos en los ecosistemas naturales, en los productivos y en las ciudades de todo el mundo. El agro argentino aporta un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de nuestro país. ¿Es posible reducir estas emisiones mediante manejos sencillos que mantengan los rindes o que, incluso, los mejoren?
Un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y del INTA encontró que realizar cultivos de cobertura reduce el dióxido de carbono de la atmósfera, lo que implica un beneficio para los agroecosistemas. Probaron que cada año una hectárea de avena es capaz de incorporar casi 2 toneladas de dióxido de carbono, un valor cercano a lo que emite un vuelo Buenos Aires-Madrid.
Emisiones de gases de efecto invernadero
“Entre las emisiones de gases de efecto invernadero del sector agroforestal, el dióxido de carbono es el más relevante. Mediante manejos agrícolas sencillos es posible producir con menores impactos globales y sin afectar de forma negativa los rendimientos. Una estrategia es incorporar más carbono de la atmósfera en los suelos, lo cual se puede favorecer poniendo más cultivos por año en los lotes”, explicó Sebastián Vangeli, docente de Manejo y Conservación de suelos en la FAUBA.
“Las plantas toman dióxido de carbono de la atmósfera y lo transforman en material vegetal. Entonces, el carbono se mantiene en los tejidos o pasa al suelo en los restos vegetales muertos. En este marco, evalué el uso de cultivos de cobertura, es decir, especies que se siembran entre dos cultivos comerciales para cubrir el suelo y evitar que se erosione, entre otros beneficios que le brindan a los agroecosistemas”. Vangeli realizó sus ensayos en la Región Pampeana, en campos experimentales del INTA y en lotes de empresas y de productores.
Ensayos para la captación de GEI
“En los ensayos incorporé varias especies de cobertura entre el maíz, que se cultiva en verano, y la soja del verano siguiente. Los mejores resultados en términos de emisión de GEI los encontré usando avena. Hallamos que la avena secuestró casi 2 toneladas de dióxido de carbono por hectárea por año, sin incrementar las emisiones de otros GEI”, destacó Vangeli a partir de un artículo publicado en la revista científica Frontiers in Soil Science.
Vangeli, quien es becario INTA/CONICET, aclaró que, de todas maneras, hay que tener en cuenta qué cobertura elegir, ya que hay algunas que pueden incrementar las emisiones de GEI. Los estudios forman parte del doctorado de Vangeli en la Escuela para Graduados de la FAUBA, bajo la dirección de Gabriela Posse, investigadora del INTA, y la co-dirección de Carlos Di Bella, docente de la FAUBA.
Posibles beneficios para los agroecosistemas
El óxido nitroso es el tercer GEI en importancia emitido por el sector agroforestal y el 95% proviene de la agricultura. En particular, el óxido nitroso se genera por procesos biológicos que ocurren en el suelo. “La emisión es mayor mientras más nitrógeno hay en el suelo. Cuando fertilizamos, la incrementamos”, indicó Vangeli.
“En mi estudio, apliqué fertilizantes alternativos que retrasan o frenan procesos biológicos del suelo y favorecen que el nitrógeno vaya directo a la planta. En un cultivo de maíz, estos fertilizantes redujeron las pérdidas de nitrógeno entre 35 y 49% en comparación con la urea, el fertilizante más usado. Aunque mis resultados muestran una reducción leve de las emisiones de óxido nitroso, trabajos realizados en Australia, Europa y Estados Unidos hablan de una disminución de entre 31 y 44%. Hay que seguir investigando esta línea”.
Sebastián Vangeli comentó que eligieron y trabajaron con prácticas relativamente fáciles de aplicar para los productores para lograr beneficios para los agroecosistemas. “Métodos sencillos y baratos”, remarcó, y agregó: “Los cultivos de cobertura se vienen utilizando hace años”.
“El sector agropecuario está muy interesado en combatir el cambio climático. Cuando presentamos los resultados en congresos y charlas, tenemos buenas respuestas productores, empresas e investigadores del agro. Creo que en un futuro cercano, el interés puede aumentar más, por ejemplo, de la mano de los mercados de carbono, que brindan beneficios a quienes reduzcan el impacto de la agricultura en el cambio climático. Muchos de los que nos dedicamos a la agronomía buscamos producir con el menor impacto posible”, comentó.
Para finalizar, el docente afirmó que su trabajo aporta a diferentes escalas. “Estamos trabajando con los Ministerios de Ambiente y Agricultura de la Nación, que estiman y analizan los gases de efecto invernadero a nivel local y a nivel país. Además, es clave difundir prácticas como los cultivos de cobertura, ya que protegen el suelo, favorecen el control de malezas sin aplicar productos químicos y reducen las emisiones de esta clase de gases”.
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Fuente:
Sebastián Tamashiro
EcoPortal.net