“En el tratamiento del asma debemos ser proactivos en las dos partes de la mesa. El médico, porque es una enfermedad crónica que hay que controlar y a cuyos pacientes hay que fidelizar. Y el paciente, porque es necesario su consenso y tener en cuenta sus prioridades”. Así describe el Dr. José Manuel Helguera, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en el centro de salud de Bezana, en Cantabria, la necesidad de practicar la proactividad para controlar el asma, una de las enfermedades crónicas más prevalentes en Atención Primaria y cuyo manejo es más complicado de mejorar.
Un 15% de la población es asmática, pero sólo entre un 20 y un 50% está bien controlado, y el asma es responsable de 250.000 muertes anuales en el mundo, la mayoría de ellas, evitables.
Con este objetivo de avanzar en esta proactividad, para mejorar el control del asma, más de 400 médicos de familia se han formado de manera presencial y online con la iniciativa de GSK “Practica la proactividad y toma el control”, que ha celebrado el 29 y 30 septiembre su tercera edición. En las sesiones, se han abordado nuevas herramientas para ayudar a mejor el control de la enfermedad, como la aplicación de la inteligencia artificial y los aspectos relativos a la salud mental de los pacientes respiratorios. Todo con el objetivo de acercar la percepción del paciente sobre el control de la enfermedad a la realidad, pues de acuerdo con una encuesta realizada en 2022, 6 de cada 10 pacientes que creían tener el asma bajo control, experimentaban síntomas con frecuencia.
Frente a las dudas sobre si seguir una estrategia reactiva o proactiva, los médicos reunidos en la sesión organizada por GSK han tenido la oportunidad, durante dos días, de profundizar en la última evidencia en respiratorio, de la mano de profesionales de la salud de diversas áreas que no sólo han compartido su experiencia, sino herramientas útiles para su práctica clínica diaria.
Una de estas herramientas es el abordaje conjunto de la patología respiratoria y la salud mental. El Dr. Luis Gutiérrez Rojas, psiquiatra y vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, participante como ponente en el encuentro, explica que “el asma es una enfermedad neumológica, pero con una gran asociación con factores de personalidad”.
De este modo, “personas más ansiosas, que tienen tendencia a las dispersiones cognitivas, a angustiarse ante los problemas de la vida cotidiana, pueden tener tendencia a más crisis asmáticas. Es importante ver qué factores de riesgo tienen y enseñarles estrategias de afrontamiento del estrés”, señala. El Dr. Gutiérrez Rojas indica, además, que “un síntoma de la ansiedad es la taquipnea o la disnea. Si le ocurre a un paciente asmático, eso puede ser un síntoma de alarma de una exacerbación. No les pasa a todos, pero entre un 37% y un 47% de los pacientes con asma pueden sufrirlos”.
Relación entre asma y ansiedad
“Algunos pacientes ven el asma como una enfermedad muy incapacitante y tienen miedo a las crisis. Esto lleva a conductas fóbico-adictivas, como encerrarse en casa y evitar salir, que pueden ser a su vez un factor de riesgo para caer en una depresión”, afirma el Dr. Gutiérrez Rojas, también autor del libro “Vivir más libre”. La ansiedad, en definitiva, “es un factor de mal pronóstico del asma y empeora la calidad de vida”, asegura, por eso “debemos ser capaces de que el paciente se conozca mejor, sepa qué le sucede y los síntomas de su enfermedad. El problema del paciente es la indefensión aprendida, haber intentado enfrentarse al problema y no haberlo conseguido. Tiene que saber cómo tiene que actuar ante una crisis y cómo evitar una recaída. Tenemos pacientes con asma que llevan una vida completamente normal”, concluye.
Junto con el control de la salud mental, las consultas de respiratorio están viviendo la incorporación de la inteligencia artificial (IA), y las implicaciones de esta nueva tecnología también se han abordado en las sesiones. Para el Dr. Vicente Plaza, del Servicio de Neumología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, lejos de ser una barrera, la IA va a ser “muy útil” y supondrá “un cambio muy importante en la forma de trabajar de los profesionales”.
“Estamos al inicio”, avisa. Uno de los ejemplos de esta incorporación tecnológica es la herramienta IA GEMA. Se trata de “un chat conversacional (similar al ChatGPT) que aplica la guía GEMA, guía de referencia para el manejo del asma en las últimas dos décadas en el ámbito de habla hispana. El profesional plantea una pregunta y la herramienta responde aplicando lo recogido en la guía”. Se trata de una herramienta destinada a médicos, personal de enfermería, farmacéuticos hospitalarios y comunitarios.
El uso de estas nuevas tecnologías genera debate y en ocasiones reacciones en contra. El Dr. Plaza sitúa estas reticencias en el “cierto temor humano” a los cambios tecnológicos, del que “la historia está plagada de ejemplos”, pero está convencido de que “el futuro viene por aquí y cerrar la puerta, por miedo, es no avanzar. Lo que hay que hacer con los avances es controlarlos, articular sistemas de contención, pero son positivos, vienen a ayudarnos en las consultas”.
Además de los nuevos debates, en “Practica la proactividad y toma el control” se han recuperado discusiones que ya estaban presentes hace unos años, pero que siguen de actualidad. Un ejemplo es la situación de la Atención Primaria, que, de acuerdo con el Dr. Helguera, “sufre escasez de personal y eso provoca que a veces el médico de familia no haga una atención a la cronicidad como debería”. En este sentido, ha reivindicado que “la Atención Primaria vuelva a ser la que maneje la cronicidad, que controle que el paciente no se desestabilice y analice si puede haber más pacientes en su entorno. Por eso somos médicos de familia”.
En este papel del primer nivel asistencial destaca la necesidad de evitar la baja adherencia al tratamiento que, “sin duda es una de las razones de la falta de control del asma”, indica el Dr. Helguera. Para mejorar, apunta que “en todas las consultas del paciente asmático se debería valorar la técnica de inhalación y la adherencia al tratamiento”, y señala que “la evidencia nos dice que la adherencia mejora si el dispositivo es lo más sencillo posible y con el mínimo de dosis al día”.
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Fuente: Redacción Noticias en Salud
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