El pulpo es el invertebrado con el cerebro más grande, y probablemente el más inteligente de todos. Los pulpos tienen, además, una ingeniosa manera de aumentar su capacidad neuronal, repartiendo las células nerviosas en diferentes unidades de procesamiento, como varios chips conectados en red.
Solo un tercio de las células del pulpo se hallan, pues, en su cerebro. El resto se encuentra diseminado por el cuerpo, en especial los brazos. Esto significa que los brazos actúan por iniciativa propia, e incluso aprenden a hacer cosas sin ayuda del cerebro central.
El pulpo escapista
Poseen una extraña anatomía: tres corazones, un cuerpo que pueden deformar a capricho, la boca desplazada a un lateral… Y son unos magos del camuflaje. Y disponen de una inteligencia extraordinaria, como podemos ver en los siguientes ejemplos:
El caso más célebre tuvo lugar en abril de 2016, cuando un pulpo llamado Inky, del Acuario Nacional de Nueva Zelanda, logró fugarse. Al parecer, alguien había dejado la tapa de su acuario mal cerrada y el pulpo se deslizó por la abertura, descendió por el lateral del acuario, avanzó por el suelo y finalmente se dejó caer por un desagüe que llevaba directamente al mar.
Los pulpos y los calamares pueden editar sus propios genes cerebrales
También ha habido otros casos sonados, como explica el libro Guinness World Records Ciencia:
En febrero de 2009, un pulpo hembra del Acuario del Muelle de Santa Mónica, en Los Ángeles, desmontó las tuberías de reciclaje del agua que alimentaban su depósito. Después dirigió el chorro del agua hacia el exterior, lo que provocó la inundación del acuario. Otro pulpo, esta vez en la Universidad de Otago (Nueva Zelanda), aprendió a cortocircuitar la electricidad del edificio lanzando chorros de agua a las lámparas de la parte superior del depósito. Resultó tan costoso de reparar que los investigadores acabaron por liberar al pulpo en el mar.
Y es que, cuando pasan unos días en los acuarios, los pulpos se vuelven muy curiosos y nadan de un lado a otro del tanque, analizando cada centímetro cuadrado. Pasado un tiempo, muchos tratan de escapar.
Fuente: Sergio Parra
Xataka Ciencia