Día Mundial de las Aves Migratorias 2023 – ¡Bienvenidas! Quienes se toman el tiempo de observar el cielo en estos días probablemente han podido admirar multitud de bandadas de pájaros que sobrevuelan nuestro país llegado desde el sur. En busca de sus zonas de cría. Cada primavera, cientos de miles de aves se dirigen hacia el norte para anidar y reproducirse durante el verano norteño.
Durante sus viajes, tanto el de ida como el de vuelta, las aves migratorias se encuentran con dos barreras que dificultan el trayecto. En ambos casos por la extensión de los territorios que deben sobrevolar. Y estas son: el Mar Mediterráneo y el Sahara.
Para poder atravesar estas masas de agua y arena necesitarán detenerse en ciertos lugares estratégicos donde alimentarse, beber y descansar. Las regiones pantanosas o los humedales son sus sitios predilectos. Pero gracias al calentamiento global, están desapareciendo, víctimas de la desecación y la desertificación.
Sin humedales, las aves sufren
Estas zonas actúan como esponjas para las aguas y como amortiguadores naturales de los eventos climáticos. Unos humedales saludables son los mejores aliados para estar protegidos en períodos de precipitaciones extremas, que también son una consecuencia del cambio climático. Y para las aves migratorias resultan imprescindibles para realizar sus viajes.
Por esa razón, la restauración de estos humedales debería convertirse en una prioridad en todas partes de Europa. Especialmente en las regiones que nuestros turistas emplumados han elegido visitar periódicamente. En los últimos años, las poblaciones de aves migratorias han sufrido por causa de la fragmentación y degradación de las marismas mediterráneas y del daño que le hemos ocasionado a los humedales.
¿Hay un punto de no retorno?
No hay ninguna duda de que, si seguimos dañando los humedales, pantanos y marismas, llegará un momento en el que no habrá margen para su recuperación. La disminución de las precipitaciones seca los humedales, lo que acidifica el suelo y lo hace impermeable. Esto implica que la vegetación raleará y la biota se reducirá. Con lo que habrá menos alimentos disponibles para los animales locales, y mucho menos para las aves migratorias.
A ello hay que sumarle que la descomposición de la materia orgánica se acelera, liberando así gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono y el metano a la atmósfera. Los humedales pierden entonces su principal activo en la lucha contra el cambio climático: el almacenamiento de enormes cantidades de CO2.
La naturaleza puede ser resistente, pero cuando la sequía dura demasiado, incluso los ecosistemas más fuertes alcanzan un “punto sin retorno”. La modificación del suelo es irreversible: un desastre para la calidad del agua, el complejo ecosistema y todos los seres vivos que dependen de estos humedales, incluso nuestras aves migratorias.
¿Qué les pasará?
Si los niveles de desertificación aumentan en los próximos años, las aves migratorias probablemente no tendrán más remedio que buscar una nueva trayectoria. Y esto no es nada fácil para unas especies que tiene grabadas sus propias rutas en su sistema de navegación interno durante generaciones. Y muchas aves no lo conseguirían, por lo que podrían desaparecer especies enteras.
Otra opción para ellos sería quedarse y adaptarse a los cambios de temperatura estacionales. Pero tampoco es posible que todos lo consigan, ya que a cada especie le ha tomado muchísimas generaciones evolucionar para tener la existencia actual. La única respuesta posible para ellos es la restauración urgente de los humedales mediterráneos. Día Mundial de las Aves Migratorias 2023 – ¡Bienvenidas!
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Redacción ECOticias – S
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