La desconfianza hacia la vacuna de AstraZeneca es generalizada, y aún más en Escandinavia, donde la farmacovigilancia está muy desarrollada. Dinamarca fue el primer país del mundo en dejar de usarlo. Noruega lo ha suspendido. En cuanto a Suecia, sigue recomendándola para los mayores de 65 años, pero se enfrenta a un aumento de las negativas de los candidatos a la vacuna.
Con Frédéric Faux, corresponsal de RFI en Estocolmo
Pacientes que no acuden a las citas, otros que piden vacunarse con una vacuna distinta a la de AstraZeneca y que acaban yéndose a casa. Estas escenas son cada vez más frecuentes en los centros de vacunación suecos. En la región de Dalarna, algunas personas tienen que tirar de 10 a 15 dosis cada día. En todo el país, varios cientos de dosis acaban en la basura cada día.
Esta desconfianza también ha sido fomentada por las sucesivas y a veces contradictorias instrucciones de las autoridades. La vacuna de AstraZeneca estaba inicialmente destinada a personas menores de 65 años, ya que faltaban datos sobre su eficacia en los ancianos. A principios de marzo, podía administrarse a toda la población, pero dos semanas después, tras las sospechas de efectos secundarios graves en los más jóvenes, se suspendió… antes de volver a autorizarse para los mayores de 65 años esta vez.
Sin embargo, estos efectos secundarios tan raros sólo se observaron en Suecia en tres personas, tres mujeres, una de las cuales falleció.
Las vacunas AstraZeneca y Johnson & Johnson, basadas en la misma tecnología, son sospechosas de provocar en ciertos casos excepcionales coágulos sanguíneos.
El uso de la vacuna AstraZeneca fue drásticamente restringida en la mayoría de los países de la UE a causa de posibles casos de trombosis, y Dinamarca anunció que renuncia a ella definitivamente.
Fuente:Salud 360