Actualmente, los dos ejemplos más populares que tenemos de un ordenador cuántico son el sistema de 65 qubit de IBM y el sistema Bristlecone de 72 qubit de Google.
Estos sistemas usan demasiada energía para ser útiles, son increíblemente propensos a cometer errores y lo único que realmente podemos esperar que hagan son experimentos diseñados para demostrar eventuales utilidades futuras. Google ha dicho que está a punto de concebir un ordenador cuántico que supere esos escollos.
Ciencia ficción (de momento)
Google I/O (o simplemente I/O) es una conferencia anual de desarrolladores realizada por Google en Mountain View, California. En el marco de la última, celebrada hace pocos días, Google anunció que tiene la intención de construir un nuevo centro de inteligencia artificial cuántica en Santa Bárbara, donde la compañía dice que producirá un ordenador cuántico con fines prácticos para 2029. ¿Está siendo demasiado optimista?
Éste es el primer ordenador cuántico que supera a uno convencional
Se sabe que Google es un poco hiperbólico cuando se trata de computación cuántica. En 2019, Google y la NASA afirmaron que habían logrado la ‘supremacía cuántica’ al desarrollar un sistema de computación cuántica que podría resolver un problema en cuestión de minutos que a una computadora clásica le llevaría ‘10,000 años’. Sin embargo, un superordenador podría resolver este problema en realidad en 48 horas.
Según una publicación del blog de Google:
Para alcanzar este objetivo, estamos en un viaje para construir 1,000,000 de qubits físicos que funcionen en concierto dentro de una computadora cuántica con corrección de errores del tamaño de una habitación. Eso es un gran salto con respecto a los sistemas de tamaño modesto de menos de 100 qubits de hoy.
Tal vez estamos ante otro anuncio hiperbólico o exagerado. Tal vez solo es ciencia ficción. Si somos rigurosos, es muy difícil saber si Google está a solo cinco años de conseguir tal hazaña, o tal vez aún le queden cincuenta años más. Habrá que estar atentos y controlar el entusiasmo.
Fuente: Sergio Parra
Xataka Ciencia