El mundo no son solo ceros y unos. No siempre debemos enfrentarnos a los problemas de forma dicotómica o maniquea. De hecho, muchos problemas complejos (hay muchas variables), cambiantes, lisológicos (difíciles de definir o coneptualizar) o subjetivos (depende de la cosmovisión de cada uno) requiere de respuestas más flexibles.
Tendemos a pensar en las cosas de forma dual: hay dos opciones y debemos escoger una. Sin embargo, muchas cuestiones complejas requieren respuestas que se adapten dinámicamente a las circunstancias.
Respuestas adaptativas
¿Es mejor eso o aquello? Depende. ¿Qué postura es la buena? Hay cosas interesantes en todas las posturas, también en las malas. No hay que abrazar verdades fijas o inmutables. Hay que saber cambiar, adaptarse y procesar el feedback del entorno. Las cosas distan de ser tan sencillas, pero nos gustan las respuestas que las vuelven sencillas porque la ambigüedad y la incertidumbre nos produce estrés.
Libros que nos inspiran: ‘La transformación de la mente moderna’ de Jonathan Haidt y Greg Lukianoff
Muchos asuntos requieren de esta clase de posturas. Un procedimiento para el cual nuestro cerebro, que ama la simplificación, sobre todo la maniquea, no está diseñado de fábrica: requiere entrenamiento, adiestramiento, como el pensamiento científico o el sistemáticamente escéptico.
Aunque agradable, sin embargo, el pensamiento dicotómico es poco propicio para convivir en comunidades grandes o globales. Porque esta clase de pensamiento simplificador una forma de aislarse de las personas que piensan diferente, lo que nos empuja a cosificar al otro, al establecer una dinámica «Ellos-Nosotros». Por ello, por ejemplo, ser de derechas o de izquierdas influye más en tus opiniones que cualquier otro factor.
Nos encantan los juicios binarios, las proposiciones maniqueas, el todo o nada, tal y como señalaba el filósofo Julian Baggini en ¿Se creen que somos tontos?: “Preferimos “eso es cierto” o “eso es falso” a “la parte factual de esa afirmación es verdadera pero sus supuestas ventajas no son reales”. Sin embargo, por agradables y confortables que sea estos juicios, es bueno someterlos a escrutinio de vez en cuando.
¿Por qué nos cuesta decir ‘no lo sé’?
A veces dabatiendo con serenidad. Otras veces, leyendo algún libro razonado sobre una postura contraria a la nuestra. Sin embargo, una forma de acercarnos a estas dicotomías con la guarda más baja, por la vía de la emoción, son las ficciones: películas, series y novelas. Es la mejor forma, además, de empatizar con las personas que sostienen ideas contrarias a las nuestras.
Si os interesa una buena lista de obras de ficción para reflexionar cognitiva pero también emocionalmente sobre estas dicotomías, os dejo una que considero interesante, así como un vídeo donde las analizo todas:
- El Show de Truman: Libertad VS Felicidad.
- The Terror: Ética utilitarista VS Ética de la virtud.
- Pleasantville: Orden VS Caos o Progresismo VS Conservadurismo.
- La playa: Realismo VS Idealismo.
- Naufrago: Amor eterno VS Amor responsable.
- Las naves del tiempo: Conocimiento VS Ignorancia.
- Novelas de Luis Landero: Ambición VS Ser feliz con lo que se tiene.
41 minutos hablando de cine, series y novelas. De finales de obras de ficción que hicieron tambalear mi opinión sobre algún asunto esencialmente dicotómico, donde no hay un «bien» o un «mal», sino un «quizás», «puede», «a veces» o «un poco».
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La noticia Las respuestas simples, binarias o maniqueas son placenteras para nuestro cerebro, pero muy poco productivas fue publicada originalmente en Xataka Ciencia por Sergio Parra .
Fuente: Sergio Parra Xataka Ciencia