Desmayarse por ver sangre o por vacunarse es algo normal, aunque no a todo el mundo le pasa. Este trastorno se llama síncope vasovagal, una de las causas más comunes de pérdida de conciencia temporal y ocurre cuando el cuerpo reacciona de manera exagerada a ciertos estímulos.
No obstante, este fenómeno es una respuesta fisiológica común, que aunque puede ser desagradable, suele ser benigna y manejable con algunas estrategias preventivas.
Síncope vasovagal: qué es y por qué se produce
Algunos de los detonantes de este trastorno pueden ser situaciones externas como la visión de sangre o las emociones fuertes. Otros eventos en los que puede presentarse son el dolor intenso, el miedo desmedido, estar de pie por largos periodos, especialmente en ambientes calurosos, deshidratación o ayuno prolongado, dolor físico intenso, realización de esfuerzo físico después de haber estado quieto mucho tiempo, tensión o esfuerzo excesivo durante una evacuación y embarazo.
Esta situación es desencadenada por una respuesta del sistema nervioso ante dichos estímulos, que causa una disminución brusca de la presión arterial y el ritmo cardíaco, lo que reduce el flujo de sangre al cerebro y provoca la pérdida temporal del conocimiento.
Aunque puede ocurrir a cualquier edad, es más frecuente en adolescentes y en jóvenes adultos. Algunas veces también se presenta en embarazadas. No existe una diferencia clara en cuanto al género, aunque algunos estudios sugieren que puede ser ligeramente más frecuente en mujeres.
El síncope vasovagal ocurre cuando el sistema nervioso autónomo (que controla funciones involuntarias como la presión arterial y el ritmo cardíaco) responde un estímulo. El nervio vago, que está involucrado en la regulación del corazón y de la presión arterial, se activa de manera excesiva, lo que provoca por un lado vasodilatación, o dilatación de los vasos sanguíneos, que baja la presión arterial; y por otro lado, una bradicardia, o ritmo cardíaco lento, que reduce la capacidad del corazón para bombear sangre al cerebro.
Cuánto tiempo dura un síncope vasovagal
Una de las principales dudas que rondan a este fenómeno es su duración y cómo puede averiguarse. El síncope vasovagal generalmente ocurre de manera rápida, aunque algunos síntomas pueden preceder al desmayo, como: mareos o vértigo; sudoración fría; náuseas; visión borrosa o en túnel; y la debilidad.
El episodio de pérdida de conciencia dura de unos segundos a pocos minutos y, en la mayor parte de los casos, el individuo se recupera por completo una vez que se normaliza la circulación sanguínea al cerebro.
Usualmente no hay complicaciones tras el episodio, a menos que éste haya generado un traumatismo en alguna zona puntual al momento de producirse. Hay algunos casos que pueden presentarse sacudidas convulsivas que acompañan al síncope, pero que no tienen una duración prolongada. Cesan sin posterior dolor muscular residual de quien los presenta.
¿Se puede prevenir un desmayo?
- Evitar estímulos: si la persona sabe que ver sangre o heridas puede provocarle un desmayo es útil que evite o limite la exposición a esas situaciones; en caso de necesitar dicha exposición (agujas) puede previamente comentarlo para que se tomen medidas de precaución previas a la realización de pruebas.
- Controlar la respiración: respirar lenta y profundamente puede ayudar a prevenir el desmayo al reducir la ansiedad y estabilizar la presión arterial.
- Acostarse o sentarse: si se sienten los síntomas de un síncope inminente es útil acostarse con las piernas elevadas o sentarse para prevenir una caída.
- Hidratación correcta: estar bien hidratado puede ayudar a prevenir la caída de la presión arterial.
- Seguir técnicas de distracción, como evitar mirar la aguja o la sangre y enfocarse en la respiración o en hablar con el personal puede reducir la ansiedad.
Aunque es una patología de carácter benigno en la mayor parte de los casos, y que no se suele acompañar de complicaciones, sí requiere de un estudio cuando dichos episodios son a repetición o se producen en personas mayores y/o se acompañan de datos de alarma.
Fuente: Redacción LAVOZ
La Voz