Los gatos pueden reconocer sus propios nombres si sus dueños los dicen regularmente. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores en Japón. La investigación se realizó en gran parte en el laboratorio del profesor Toshikazu Hasegawa de la Universidad de Tokio con Atsuko Saito, autor principal de la investigación.
Se trata de la primera investigación que estudia la capacidad de los gatos para comprender las voces humanas. Otros proyectos de investigación han descubierto que los simios, los delfines, los loros o los perros pueden entender algunas palabras que dicen los humanos.
Saito considera que los delfines y los simios son animales sociales por naturaleza y, por tanto, están más inclinados a interactuar con las personas y responder a las señales humanas. En cambio, los gatos no son tan sociables, pues solo interactúan con nosotros cuando ellos quieren.
Así, este estudio podría dar pistas sobre cómo los seres humanos nos volvimos sociales pues, según el equipo de investigadores, tanto los humanos como los gatos hemos evolucionado a través del proceso de auto domesticación. Es decir, la población premia determinados comportamientos que después se vuelven cada vez más habituales en las generaciones futuras.
Desarrollo del estudio
Para probar si los gatos reconocen su propio nombre, los investigadores trataron de engañar a los felinos con otros sustantivos que sonaban similares.
Los investigadores grabaron sus propias voces y la voz del dueño del gato diciendo cinco palabras: las primeras cuatro palabras eran los sustantivos que sonaban similares, mientras que la quinta palabra era el nombre del gato.
De esta forma, los científicos pudieron concluir que los gatos respondían a su nombre si ignoraban las grabaciones de otras palabras, ya que movían las orejas o la cabeza cuando escuchaban su nombre. No obstante, los gatos rara vez responden con entusiasmo, por ejemplo, moviendo la cola o el cuerpo o usando su voz.
Además, los gatos que mostraban respuestas débiles a otros sustantivos que sonaban de manera similar a sus nombres eran significativamente más propensos a mostrar respuestas fuertes cuando escuchaban sus propios nombres.
Por otro lado, tal como señalan los científicos, un gato que no responde todavía puede reconocer su nombre. «Su falta de respuesta puede deberse a su bajo nivel de motivación para interactuar con los humanos, o sus sentimientos en el momento del experimento», argumentó Saito.
Los investigadores analizaron datos de 77 gatos diferentes, dividiendo en cuatro los experimentos realizados. Así, los gatos analizados tenían entre seis meses y 17 años y en su mayoría eran razas mixtas. La mayoría de los gatos habían sido esterilizados y todos eran gatos de interior.