¿Sabemos qué leen, ven y escuchan ahora los niños y adolescentes?
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Los padres somos responsables de las lecturas de nuestros hijos y velamos para que los contenidos y valores de los libros, películas o música que consumen sean acordes con los que les transmitimos en familia. ¿Cómo lograrlo?
En la mayoría de los casos -y las casas- los padres nos sentimos orgullosos de la cantidad de libros que leen nuestros hijos. Siempre nos hablan de fomentar en los niños el amor por la lectura. Y tanto en el colegio, a través de sus educadores, como las librerías y bibliotecas nos recomiendan y facilitan lecturas para conseguirlo.
Pero en ocasiones es tal la avalancha de libros que es difícil escoger los más adecuados. Lo mismo ocurre con las películas que proyectan en el cine o las series que ofrecen en televisión y en las nuevas plataformas de streaming. Cada vez la oferta es mayor y mayor es nuestro trabajo como padres para “filtrar” esos contenidos.
¿Cómo escoger los libros?
Por “filtrar” no me refiero a controlar férreamente todo lo que leen, ven y escuchan nuestros hijos. Eso sería una tarea imposible, a la vez que agotadora. Incluso sería estresante para ambas partes y contraproducente para la formación del futuro espíritu crítico de nuestros hijos.
En realidad, se trata de elegir bien las lecturas, las películas o la música. Cuando los niños son pequeños está claro que somos los padres los que les facilitamos esos contenidos. En el caso de los libros, es el momento de:
- no dejarse llevar por las novedades,
- tampoco por portadas llamativas,
- ni por el número de dibujos
- ni por los pop ups espectaculares incluidos en sus páginas.
Básicamente, se trata de investigar el contenido del libro: ojear el índice, ver los títulos, leer un par de páginas a voleo para ver qué vocabulario se utiliza y los temas que trata. En este punto hay que discernir si ese libro se ajusta a los valores que les inculcamos en casa o no.
¿Y las películas y la música?
De la misma manera deberíamos actuar respecto a las películas o a la música que se llevan a sus orejas: “invitarles” a acudir a los estrenos de películas familiares, con valores y con algo de acción, que siempre suelen gustarles. Buscar en la red el tráiler, investigar los actores que participan, quién es el director y buscar su valoración moral. Con toda esta información es difícil equivocarse.
Respecto a la música, podemos actuar de la misma manera. Hay intérpretes o grupos que ya conocemos qué tipo de música componen y cómo son sus letras. Abstenerse reguetón.
Somos responsables de su educación
Sin duda como padres queremos conseguir que los libros -películas o música- lesalimenten y les ayuden a crecer, no que les envenenen y les ensucien.
Durante su ministerio, San Juan Pablo II nos señaló en varias ocasiones este punto:
«Los padres tienen derechos y responsabilidades específicos en la educación y la formación de sus hijos en los valores morales, especialmente en la difícil edad de la adolescencia. Ayudad a vuestros hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad».
Y voy a poner un ejemplo extremo: en los últimos días en Elche (España) nos hemos sobrecogido al conocer cómo un chico de sólo 15 años mataba a sangre fría a sus padres y a su hermano pequeño. Parece ser que el crimen se generó, según su propio relato a la policía, cuando la madre lo llamó «vago» por sacar cinco suspensos, le dijo que debería trabajar en el campo los sábados y le desconectaría la wifi, con lo cual no podría jugar a su videojuego preferido. El niño ocultó los cadáveres y estuvo dos días enteros jugando con el videojuego aprovechando que estaba «tranquilo».
Además, se da la circunstancia de que hace unos meses desde su colegio a los alumnos de su edad les recomendaron la lectura de la novela “La edad de la ira”, que narra la historia de un joven que asesina a su padre, y que la versión teatral estuvo en Elche.
Talento artístico al servicio del prójimo
Tenga o no relación, la verdad es que existe una responsabilidad por parte de los padres y educadores al escoger los contenidos culturales o de entretenimiento de los niños y adolescentes.
Sin duda, también los creadores de contenido -para niños, adolescentes y adultos- tienen parte de esa responsabilidad. Cada artista tiene su fuente de inspiración y es muy libre de elegir el tema y planteamiento que quiera, pero sí es verdad que debería aspirar a la belleza, la verdad y la bondad. Pero de todos es sabido que “lo bello” tiene diferentes acepciones, dependiendo de cada persona.
De nuevo el Papa Juan Pablo II, muy aficionado en su juventud al teatro, nos lo recuerda:
“Quien percibe en sí mismo esta especie de destello divino que es la vocación artística -de poeta, escritor, pintor, escultor, arquitecto, músico, actor, etc.- advierte al mismo tiempo la obligación de no malgastar ese talento, sino de desarrollarlo para ponerlo al servicio del prójimo y de toda la humanidad».
Elección de temas y personajes con moral
Así que de entre toda esta creación artística, los padres deberemos elegir lo que creamos más conveniente para nuestros hijos. Como los conocemos bien, sabemos qué es lo mejor para ellos en cada momento y podemos proponerles diferentes lecturas o películas, para que amplíen su visión y adquieran mayor conocimiento de las cosas.
No se trata de que siempre les recomendemos libros o películas con moralina final ni con pretensiones de sermón, porque entonces los niños y adolescentes huirán de ellos. “Para eso ya tenemos a papá y a mamá”, pensarán.
Pero sí que es necesario que no les ofrezcamos contenidos con exceso de sentimentalismo ni superficialidad, con personajes que se niegan a vivir en la realidad, que son impulsivos y con conductas contradictorias. Sino que sean personajes que reflexionan sobre sus acciones y sean responsables de sus actos.
Fuente: Merche Crespo
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