En este curioso estudio, recién publicado en Evolution and Human Behavior, los hombres sobreperciben el atractivo de las mujeres poco atractivas (pero no de las mujeres atractivas), mientras que las mujeres subperciben el atractivo de los hombres atractivos (pero no de los no atractivos).
Gusto diferentes moldeados por la evolución
Las personas deben hacer inferencias sobre la conveniencia de una pareja potencial basándose en información incompleta. Bajo tal incertidumbre, hay dos posibles errores: las personas podrían percibir en exceso la deseabilidad de una pareja, lo que podría llevar a un comportamiento de apareamiento lamentable, o podrían percibir mal la deseabilidad de la pareja, lo que podría llevar a perder una valiosa oportunidad.
¿Cómo equilibran las personas los riesgos de estos errores? ¿Los hombres y las mujeres responden de manera diferente?
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A partir de un análisis de los costos relativos de estos dos tipos de error, generamos dos nuevas hipótesis sobre los sesgos en la percepción inicial de la persona: la sobrepercepción masculina del sesgo de atractivo (MOAB) y la subpercepción femenina del sesgo atractivo (FUAB).
Participantes que fueron reclutados a través de las redes sociales, una lista de distribución de correo electrónico y un muestreo diverso, calificaron el atractivo de objetivos desconocidos del sexo opuesto dos veces: una vez a partir de una imagen borrosa y otra a partir de una imagen clara. Al aleatorizar el orden de presentación (primero borroso versus claro primero), se aislaron los efectos únicos de la incertidumbre, que solo estaba presente cuando el participante vio primero la imagen borrosa.
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Finalmente, los hombres sobrepercibieron el atractivo de las mujeres poco atractivas (pero no atractivas), mientras que las mujeres percibieron menos el atractivo de los hombres atractivos (pero no poco atractivos). Estos hallazgos resaltan la importancia de incorporar algoritmos en los análisis de sesgos cognitivos.
Porque hombres y mujeres tienen maneras distintas de descifrar la belleza, como también tienen otros intereses distintos, lo que traduce más tarde en promedio en preferencias por jugar con unos u otros juguetes ya desde la más temprana edad:
Fuente: Sergio Parra
Xataka Ciencia