Compostar es una palabra de origen inglés que entendemos como la acción de crear y mantener unas determinadas condiciones de temperatura, humedad y oxigenación para que millones de microorganismos transformen la materia orgánica en abono natural, mantillo o COMPOST.
El proceso lo podemos realizar todas las personas que vivamos en vivienda que tengan un pequeño jardín con un simple cubo de compostaje. Este recipiente, de plástico 100 x 100 reciclado, no consume energía, no tiene ningún mecanismo y tampoco necesita especial mantenimiento. En otras palabras: funciona solo.
En él, podemos depositar hasta el 40% de la basura que generamos en casa; la naturaleza nos la transforma devolviéndola como producto con el que alimentar nuestras plantas. Este es el verdadero reciclaje: obtener una materia rica y utilizable al eliminar residuos en origen.
Evitamos con todo ello comprar bolsas de basura y productos químicos dañinos, a la vez que reducimos los residuos que se recogen, transportan y tratan, evitando los perjuicios que supone su incineración para el entorno aéreo y terrestre. Es decir, la materia orgánica que desechamos en nuestra vida, cuando es arrojada al medio ambiente provoca cuantiosos daños, pero si es tratada adecuadamente produce enormes beneficios.
La naturaleza trabaja bien
Si no alteramos los ciclos naturales y somos respetuosos con el medio ambiente, la naturaleza nos proporciona una infinita lección de su sabia actividad. Un ciclo perpetuo de labor realizada en el transcurso de millones de años en su inmenso laboratorio es una prueba más que evidente, deslumbrante, de su despliegue creativo del que no escapa siquiera nuestra propia existencia como especie. La naturaleza se autodiseña, se autoorganiza y se autoregula; sólo tenemos que dejarla actuar.
La historia humana puede contarse como la relación del hombre con su entorno, el permanente intento de someterlo a sus intereses, de dominarlo. Pero ha llegado el momento en esa historia de detener los abusos, los excesos, las agresiones injustificadas y la inconsciencia de nuestros actos. Debe pactarse con la naturaleza, respetarla y mimarla para que podamos vivir nosotros y nuestros hijos en un entorno sano y no poner en peligro su equilibrio y el nuestro, que es el mismo.
Un ejemplo cómodo, barato, fácil y productivo para relacionarse con el medio ambiente, lo tenemos en el compostaje: la naturaleza trabaja en nuestro beneficio.
Compost. La magia de la transformación
Si se mantienen las condiciones adecuadas en nuestro cubo de compostaje para que las bacterias y otros organismos hagan su magnífica labor, se desarrolla un proceso biológico que transmuta la materia original desechada en abono o humus.
Todos los desperdicios de nuestros alimentos vegetales, los restos de nuestras plantas y el césped cortado, cuando se depositan en la compostera, inician una mutación de su forma primaria y poco a poco van adquiriendo la esponjosa textura y el color de su nuevo cuerpo existencial: el compost, una materia oscura, con un agradable olor a mantillo del bosque, producido dentro de esa minifábrica que hemos instalado en un rincón del jardín, donde millones de seres en una actividad frenética están actuando para entregarnos, agradecidos, el fruto de su trabajo.
Sabemos que el material orgánico, forma genuina de la energía solar, junto con el aire, el agua y los minerales, es uno de los factores más importantes de la fertilidad del suelo y ahora esa sustancia la obtenemos cada vez que nos haga falta, garantizando con nuestras reservas que plantas y césped no carezcan de humedad ni de ricos nutrientes y asegurando de paso un entorno social más limpio, sano, sin costes y sostenible.
Química y biología
Lo obtenido por nuestra industria casera es una fuente natural de nitrógeno, fósforo y azufre, y contiene una gran carga de enzimas y bacterias que permite a sus nutrientes ser inmediatamente asimilados por las raíces de césped, plantas y árboles. Además, permanecen más tiempo en el suelo aunque sea regado.
El enriquecimiento de nuestro suelo con el compost, nos confiere estas otras ventajas:
– Acelera la germinación de las semillas y el desarrollo de los plantones.
– Realza el aspecto saludable de las plantas, árboles y arbustos.
– Previene enfermedades en los transplantes y disminuye el efecto de heridas o cambios bruscos de temperatura y humedad.
– Favorece la formación de pequeños hongos que actúan en las raíces en simbiosis con las plantas.
– Es un antibiótico, aumenta la resistencia de las plantas a las plagas y agentes patógenos.
– Su PH neutro lo hace ideal para ser usado en plantas delicadas.
– Aporta y contribuye al mantenimiento y desarrollo de la micro flora y micro fauna del suelo.
– Facilita la absorción de los elementos nutritivos por parte de la planta.
– Transmite directamente del terreno a la planta, hormonas, vitaminas, proteínas y otras fracciones humificadoras.
– Aporta nitrógeno, fósforo, potasio, azufre, boro y los libera gradualmente, e interviene en la fertilidad física del suelo porque aumenta la superficie activa y evita su desgaste.
– Mejora las características del suelo, desligando arcillas y agregando arenas.
– Neutraliza presencias contaminadoras, (herbicidas, etc.).
– Mejora las características químicas del suelo, su calidad y las propiedades biológicas de su producción.
– Aumenta la resistencia a las heladas y la retención de agua.
Así funciona la vida. ¿Alguna tecnología de punta da más por un poco de cuidado?
Fuente: Feliciano Robles Blanco.Profesor de Tecnología. ecoportal.net