En el año 1992, las galletas Snack Wells vendieron mucho porque en el envoltorio ponía las palabras «sin grasa». Siempre rodeadas de un sentimiento pecaminoso, de repente esas galletas otorgaban cierta licencia moral a los consumidores para pecar.
El problema es que, lejos de restringir el consumo de galletas, el saber que no tenían grasa hizo que comieran más que nunca. Finalmente, muchos consumidores ingerían más grasas y azúcares que antes de la llegada de las galletas sin grasa. Los investigadores médicos apodaron a este fenómeno como el «Síndrome de las Snack Wells».
Licencia moral
Si bien actualmente las palabras «sin grasa» o «light» ya no podrucen los mismos efectosentre los consumidores, los efectos del «Síndrome de las Snack Wells» continúan teniendo lugar: las viejas palabras o expresiones, que han dejado de tener efecto psicológico porque realmente no ha reducido los problemas de peso, se han sustituido por nuevas palabras mágicas.
La psicóloga Kelly McGonigal pone algunos ejemplos de ello en su libro Autocontrol. Cómo funciona la voluntad, por qué es tan importante y qué podemos hacer para controlarla:
Los consumidores creen que las galletas Oreo «ecológicas» tienen menos calorías que las Oreo normales y que son más indicadas para comer a diario. Por cierto, hablando de aureolas verdes, comer alimentos ecológicos, además de ser saludable, es bueno para el planeta. La simpatía medioambiental que despertaron las galletas Oreo en los consumidores anuló cualquier pecado nutricional. Cuanto más ecologista era una persona, más subestimaba las calorías de las galletas ecológicas y más aprobaba consumirlas a diario.
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Es decir, que si las connotaciones que envuelven a un alimento no solo le restan valor pecaminoso o poco saludable, sino que además aporta algún tipo de valor moral al consumidor, aparece en su mente cierta licencia a cometer deslices. Eso sucede en todos los ámbitos de la vida: si somos buenas personas en un campo, no somos tan intransigentes cuando cometemos errores en otros.
Cuanto más nos importa una virtud en especial, más vulnerables somos a ignorar cómo un capricho «virtuoso» puede poner en peligro nuestras metas a largo plazo.
Fuente:Sergio Parra
Xataka Ciencia