¿Un bebé de 24 semanas de gestación puede salir adelante? Xavi Balagué sabe que sí, porque su segundo hijo llegó al mundo en ese momento. Y este hombre hizo todo lo que estaba en sus manos para sacarlo adelante.
Xavier Balagué, Xavi, está casado y tiene dos hijos. El pequeño, Pau, es el protagonista de esta historia porque nació con 24 semanas de gestación. Un pequeño gran milagro.
Es Xavi quien lo explica:
«En enero de 2017, mi mujer -Bárbara- se quedó embarazada de Pau, nuestro segundo hijo. Fue un embarazo muy complicado desde el principio, con continuas pérdidas, reposos obligados, ingresos en la Maternitat…». La Maternitat es una de las sedes del Hospital Clínic de Barcelona (España), donde vive la familia.
Comienzan las contracciones en el quinto mes
«El 23 de junio, Bárbara estaba en el quinto mes de embarazo pero empezó a tener contracciones, por lo que tuvo que quedar ingresada.»
«Las doctoras -recuerda Xavi- nos informaron de lo delicado de la situación y de los riesgos de un nacimiento tan prematuro. Bárbara es una mujer excepcional que con gran determinación hizo un estricto y absoluto reposo sin moverse de la cama, para ganar el máximo tiempo posible. Contábamos los días como victorias.»
Sin embargo, la situación se volvió peligrosa en extremo. «El 26 de junio -relata- todo se precipitó. Bárbara me llamó a las 23:15h llorando, diciéndome que la bajaban de inmediato a quirófano, que Pau ya venía y que no se podía esperar más. Salí de casa volando dirección a la Maternitat y llegué justo para verla un instante antes de que entrara en quirófano. Yo no podía acompañarla y me quedé fuera.»
«Pau nació a las 00:30h del 27 de junio de 2017 cuando debería haber nacido a mediados de octubre. Era un prematuro extremo de tan solo 24 semanas de gestación, con un peso de apenas 700 gramos, y tan solo me lo dejaron ver fugazmente en el pasillo de camino a la UCI metido en una incubadora repleta de aparatos y botellas de oxígeno.»
«La mañana siguiente en la UCI de neonatos descubrí un mundo desconocido. La doctora me informó de lo grave que estaba Pau. Entre otros problemas, no le funcionaban los pulmones.»
Como padre, a Xavi aquello le hizo reaccionar como nunca hubiera imaginado. Recuerda: «No había más que dar un vistazo a todas las incubadoras para darte cuenta de lo delicado que estaba Pau, pues a diferencia del resto, la suya estaba llena de bombas por las que le administraban todo tipo de fármacos. Estaba entubado con respiración asistida, a lo que se sumaban botellas de óxido nítrico.»
«Pese a toda la ayuda recibida, mantenía una muy baja saturación de oxígeno en sangre. Sufría continuas y graves apneas.»
Llegó el momento de avisar a la madre. «La doctora .dice Xavi- me dijo que si la madre aún no había visto a Pau, que bajara lo antes posible porque el pronóstico era muy malo. Cuando bajó Bárbara pude apreciar las miradas de compasión de todas las enfermeras mientras ella caminaba hacia la incubadora. La doctora nos informó que Pau estaba extremadamente crítico, que debíamos ir hora a hora.»
«Si estás ahí arriba…»
«Pasaron 48 horas y Pau no mejoraba. Los médicos nos dijeron que ellos no podían hacer nada más, que ya dependía de Pau el salir adelante, y que la próxima noche iba a ser determinante. Nos dimos cuenta de que los médicos no tenían esperanza de que pudiera sobrevivir. No nos daban ninguna expectativa favorable y nos prepararon para lo peor.
«En el trayecto de vuelta a casa, por la Ronda Litoral en moto y con lágrimas en los ojos por la situación, me vino Maruja a la mente y hablé con ella: “Maruja, si estás ahí arriba, ahora es el momento de que lo demuestres. Ahora es el momento para que cojas la mano de Pau y tires de él para que salga de esta”. A la mañana siguiente, de vuelta a la Maternitat con la moto, no paraba de repetir el mismo deseo.
¿Quién era Maruja?
Para hablar de Maruja hay que regresar al pasado, a la adolescencia de Xavi.
«Soy amigo de los hijos de Maruja. Conocí a Joan, el hijo mayor, hace 25 años en un antiguo gimnasio. Él me presentó a sus hermanos, Ignasi y Xavi, quien ha acabado convirtiéndose en mi mejor amigo y a quien quiero como a un hermano. En esa época teníamos 19 años y los encuentros en casa de los hermanos “Sanmi” (de apellido San Miguel) eran frecuentes los fines de semana. Maruja no pasó de ser entonces la madre de mi amigo. Al casarme, también iba los fines de semana a su casa de La Cerdanya. Pero no tuve mucha más relación con ella.»
Aquella Maruja era Maruja Moragas, que luego sería profesora del IESE. Falleció el 28 de abril de 2013. Tuvo una vida muy difícil que supo llevar como una mujer cristiana de bandera. Procedía de una familia importante de la burguesía catalana, se casó y tuvo tres hijos en medio de una vida acomodada. Pero sufrió el abandono de su marido. Este sufrimiento la llevó a la conversión personal y a un deseo real de ayudar a los demás, especialmente a las mujeres con dificultades. Descubrió la espiritualidad del Opus Dei y fue supernumeraria.
Maruja falleció de un cáncer que llevó de forma admirable. De todo ello habló en el libro «El tiempo en un hilo. Reflexiones desde la adversidad», escrito en sus últimos meses de vida, cuando ya estaba enferma. ¿Estará ahora en el cielo? ¿Será una mujer santa?
Xavi, que en vida de Maruja solo había intercambiado algunas palabras con ella, había sentido ya el día de su muerte una fuerte conexión con ella. Ahora, el día en que veía morir a su bebé, volvía a brotar esa conexión, convertida en súplica al cielo:
“Maruja, si estás ahí arriba, ahora es el momento de que lo demuestres. Ahora es el momento para que cojas la mano de Pau y tires de él para que salga de esta.”
Xavi Balagué
Volvemos al día en que el pequeño Pau se debatía entre la vida y la muerte. Xavi había implorado que su hijo sobreviviera.
«Cuando llegué a la clínica, antes de entrar en la UCI, miré por una ventana la incubadora de Pau y asombrado vi en su monitor de las constantes vitales que¡su saturación de oxígeno estaba al 90 por ciento! Al entrar, los médicos me dijeron que durante la noche Pau había hecho un punto de inflexión y había mejorado inexplicablemente.
«A partir de ahí la mejora fue continua. A los pocos días lo desentubaron y pasó de la respiración asistida a llevar un cpap. Comenzó a tener buenos resultados en las analíticas y en todas las demás pruebas diagnósticas que le hacían diariamente, sin presentar ningún derrame cerebral (muy común en los niños prematuros extremos).»
Pasaron casi 100 días en la clínica. «A los 98 días después de nacer, pudimos llevarnos a Pau a casa. Durante esos más de tres meses en la UCI vimos cómo otros pequeños no tuvieron la misma suerte, y que algunos niños que a priori presentaban una situación de partida mejor que la de Pau murieron. Ello nos demostró lo excepcional que había sido la recuperación de Pau.»
«Las doctoras y doctores, enfermeras y enfermeros de la Maternitat posteriormente nos confesaron que durante los primeros días no veían posibilidades de que Pau saliera adelante. Algunos de ellos habían llegado a despedirse de él.Todo ello quedó recogido en el informe médico de alta donde indicaron que el caso de Pau era extraordinario. Una enfermera con más de 30 años de experiencia en la unidad de neonatología no recordaba un caso así y lo calificó de milagroso.»
¿Cómo es hoy la vida de Pau?
Uno se preguntará cómo está hoy Pau. ¿Requiere atención médica especial aquel bebé prematuro de 24 semanas?
Xavi Balagué explica qué ha ocurrido con el pequeño: «A partir de entonces, de todos los probables efectos secundarios de los que nos advirtieron los médicos, Pau no ha tenido ninguno. En el CDIAP (Centro de Desarrollo Infantil y Atención Precoz), estaba pautado que visitaran a Pau en los cinco primeros años de vida. Sin embargo, al año de visitar a nuestro hijo le dieron el alta diciendo que estaba perfecto y que no recordaban un caso igual. De hecho, nos informaron que era el único prematuro extremo sin efectos secundarios que habían tratado nunca.»
De esta historia, Xavi está convencido de que Maruja, la que solo era la madre de mi amigo, ha jugado un papel importante. «Obviamente siempre cabrá la duda de qué hubiera pasado si no le hubiera pedido a Maruja que tirara de Pau. Yo solo sé lo que le pedí y lo que sucedió, no necesito más. Hay quien a Maruja le cambió la vida mientras vivió, a mí me la cambió después. Le estaré siempre agradecido por su ayuda en la milagrosa recuperación de Pau.»
Fuente: Dolors Massot
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