Los mitos asociados a la comida se multiplican exponencialmente, en parte por la ignorancia, pero sobre todo por la multiplicidad de medios de comunicación que viven del clickbait y de las redes sociales, que dispersan los propios mitos o los transforman en mitos todavía más peligrosos.
Que no te líen con la comida, del doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos Miguel Ángel Lurueña ha venido a poner un poco de orden y decirnos que casi todo lo que dábamos por cierto en realidad no lo era.
Mitos alimentarios
En 2018, en diversos medios de tirada nacional, se afirmó que las patatas fritas del McDonald´s podrían ser la solución a la calvicie. En realidad, la noticia se hacía eco de un estudio japonés que hablaba de producir folículos pilosos en placas de cultivo y fabricar pequeñas estructuras de silicona para que sirvieran de soporte y pudieran ser implantados en la piel de ratones de laboratorio.
Que no te líen con la comida: Una guía imprescindible para saber si estás comiendo bien: 313 (Imago Mundi)
La relación con las patatas fritas solo era fortuita: esa silicona usada, llamada dimetilpolisiloxano se utiliza como adivito alimentario (E 900) en diferentes alimentos, entre los que se hallan los aceites de fritura, donde cumplen la función de evitar las salpicaduras y la formación de espumas. Nada más.
Noticias como esta, tergiversadas por los medios, se publican cada día, lo que añadido a todos los mitos perpetuados por nuestras abuelas, hacen imprescindibles libros como estos: llenos de información útil, práctica y, sobre todo, desmitificadora. Por ello, el libro ha sido fuente de inspiración para entradas en Xataka Ciencia como Si en tu bolsa de patatas hay más aire que patatas no necesariamente es para engañarte.
Si en tu bolsa de patatas hay más aire que patatas no necesariamente es para engañarte
Plátanos «ecológicos», carne «libre de antibióticos», galletas enriquecidas con vitaminas, yogures que «ayudan a nuestras defensas». Para comer de forma segura y saludable no hace falta complicarse la vida. Tampoco es necesario contar calorías ni hacer malabarismos. El problema es que estamos muy despistados. No es de extrañar. A diario recibimos una enorme cantidad de información poco rigurosa e incluso contradictoria. ¿Una copa de vino diaria es buena para el corazón o peligrosa para la salud? Y si nos fijamos en la publicidad, aún es peor: ¿qué significa que una salsa de tomate es “100% natural”? Además no tenemos los conocimientos suficientes para interpretar adecuadamente las etiquetas de los alimentos y reconocer sus ingredientes. En definitiva, el mundo de la alimentación hoy en día se puede resumir con tres palabras: desinformación, desconocimiento y desconfianza.
Fuente:Sergio Parra
Xataka Ciencia