La integración de factores ambientales, sociales y de gobernanza (“ESG” -Environmental, Social & Governance) se está observando en todo el mundo corporativo y su rápido crecimiento se debe fundamentalmente al impulso desde el sector de las inversiones sostenibles. También podemos pensarlo como un indicador de cambio de los mercados y las sociedades, y cómo los conceptos de valoración se están adaptando a estos cambios.
Pero, realmente, no es una novedad. ESG, son las áreas de interés para las empresas en la gestión de inversiones y son los criterios que utilizamos al analizar el triple impacto de las organizaciones. Se trata de lo mismo que venimos trabajando como una buena “gestión de sustentabilidad”. Para mí, “Cest la même chose la campana que la cloche”.
Vamos al punto: el concepto ESG se presentó en 2004 en un documento “Who cares wins” impulsado por un grupo de entidades financieras invitadas por el entonces Secretario General de las Naciones Unidas, Kofi Annan, para elaborar directrices y recomendaciones sobre cómo integrar mejor las cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza empresaria en el rendimiento financiero de los valores y en la evaluación de los riesgos empresarios.
En 2005 desde UNEPFI (la Iniciativa Financiera del Programa Ambiental de Naciones Unidas) también se utilizó este concepto en el Informe “Freshfields”, con el fin de comprender el marco jurídico para la integración de cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza en las inversiones demostrando así que los criterios ESG son relevantes para la valoración financiera.
Estos dos informes fueron los disparadores de los Principios de Inversión Responsable (PRI) en la Bolsa de Nueva York en 2006 y en el lanzamiento de la Iniciativa de Bolsa Sostenible (SSEI) en 2007.
Con lo cual, es claro que hoy hablamos de Sustentabilidad y criterios ESG cuando consideramos la medición del triple impacto y su influencia en la toma de decisiones de inversión.
En 2022 un estudio de Deloitte Insights, mostró que los activos ESG se incrementaron en un 16% anual entre 2014 y 2018, y que actualmente representan el 25% de los activos totales del mercado. Muchos creen que este impulso continuará en los próximos años, con una cuota de mercado del 50% como objetivo alcanzable.
Entonces, ESG no es algo completamente nuevo. Entendemos que es un concepto que se viene decantando con el desarrollo sostenible, la gestión de sustentabilidad y la medición de impactos económicos, ambientales y sociales. O sea, el análisis del triple impacto.
Este concepto, incluye directamente a la “gobernanza” empresarial. Tema clave que ya la Norma de Responsabilidad Social ISO 26.000, publicada en 2010, incluyó como central en el desarrollo holistico de su mirada, y que Global Reporting Initiative viene instalando desde hace más de 15 años, en sus indicadores que contemplan el desempeño de la alta dirección en la toma de decisiones de la gestión de triple impacto.
Desde mi experiencia, quien venía trabajando en una real gestión de medición de sustentabilidad basada en sus temas materiales, identificando impactos, riesgos y oportunidades con lineamientos internacionales, está gestionando sus criterios ESG y puede rendir cuentas (reportar) ese desempeño.
Tal vez la novedad, más que el concepto, sea cómo el sistema financiero internacional y las empresas llegaron a un punto de madurez después de tantos años de trabajar en estas cuestiones, que realmente entienden que lo que se tiene que hacer es una gestión basada en los aspectos ESG.
De hecho, no existen lineamientos ESG como tal. Sino que para poder trabajar los criterios ESG utilizamos estándares como los de Global Reporting Initiative (GRI), Sustainability Accounting Standards Board (SASB), Sustainable Development Goals (ODS), United Nations Global Compact (UNGC), Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TFCFD), Carbon Disclosure Project (CDP), etc. Hay muchas herramientas para trabajar y reportar esta gestión ESG.
Es verdad que las empresas toman la sustentabilidad como un compromiso. Pero también es una oportunidad de negocio, midiendo, analizando sus potenciales riesgos y reportando la gestión de sus impactos económicos, sociales y de gobernanza.
Entre algunos criterios de cada eje, una mirada transversal de la ESG en el negocio, puede ser:
- Ambiental, el análisis de impacto positivo, negativo y neutral sobre el ambiente y como el cambio climático va a afectar el negocio; la evaluación de los riesgos y oportunidades del cambio climático, la medición de la huella ambiental, etc.
- Social, implica no solo la generación de empleo, sino el respeto por los derechos humanos desde el core del negocio, la salud, seguridad y calidad de vida de colaboradores, la formación e inclusión en la cadena de valor, la relación y honestidad con clientes y el diálogo y la transparencia con los grupos de interés.
- Gobernanza, la cultura ética y de transparencia empresarial, los valores y compromisos y la participación de la alta dirección en la gestión ESG.
La verdadera gestión de sustentabilidad, la integración de criterios ESG y la inversión responsable se asentaron para quedarse / tomaron impulso y están para quedarse. Los aspectos económicos y financieros de los negocios son exhaustivamente medidos. La expectativa está puesta en la rigurosidad de medición de la información no financiera y la creación de valor económica social y ambiental. Y aquí hablamos de ESG. Esta “triple mirada” de los aspectos no financieros, apoyará la gestión de sustentabilidad y los esfuerzos de gestión de riesgos de las empresas y sus cadenas de suministro. Algunos resultados podremos verlos a corto plazo, y otros a muy largo plazo (y tal vez de forma indirecta). Pero sin duda, este mundo en rápida transformación está reconfigurando las condiciones para todos: para la resiliencia de las empresas, integrando los factores humanos y ambientales en su generación de valor y para nosotros, en la vorágine de desafíos locales y globales en los que estamos viviendo.
Fuente:
pablo.leidi
ComunicarSe