En el momento de adquirir una silla de ruedas porque ya se tiene una movilidad reducida y comienzan a aparecer riesgos, es normal que surjan dudas acerca de cuál es la mejor inversión. Una silla de ruedas manual es la opción más básica y esencialmente tiene un asiento, reposapiés y cuatro ruedas, dos de ellas de menor tamaño para que resulten más fáciles los cambios de dirección. Es una silla funcional pero cuando se trata de practicidad, nada como una silla de ruedas eléctrica que proporciona una independencia y autonomía que definitivamente se adaptan mejor a las necesidades.
Las sillas de ruedas eléctricas, que son sillas que llevan un motor, son un verdadero regalo de comodidad y principalmente de posibilidad de movilidad para esas personas mayores que de otro modo estarían limitadas. Para un uso intensivo y largos recorridos son definitivamente las mejores. Y al igual que las manuales, también tienen su versión en formato plegable.
Contribuir a un post operatorio impecable
Las sillas de ruedas tienen una relación muy estrecha con los hospitales. Forman parte del mobiliario clínico y hospitalario como una pieza de ayuda esencial. Después de pasar por un quirófano en determinadas intervenciones entre las que destacan las fracturas en las extremidades inferiores, cadera o espalda; para tener un postoperatorio más tranquilo conviene realizar los primeros desplazamientos en silla de ruedas. Se disminuyen así las molestias del proceso postoperatorio que en ocasiones puede durar incluso meses y las que causan el desplazarse con muletas, bastones o andadores; métodos que conllevan un dolor y cansancio que para las personas mayores es difícil de sobrellevar.
Incluso durante una convalecencia temporal tras un periodo de hospitalización hay factores que mejoran la calidad de vida de los pacientes, y si se quiere tener un nivel de movilidad idóneo, especialmente para las personas mayores, hay que tener en cuenta el recurso de la silla de ruedas. Una lesión que se complica, una operación compleja o una larga convalecencia son también responsables de que las personas tengan que pasar una buena temporada postrados en una silla de ruedas. Hay convalecencias que duran incluso más de un año y por tanto hay que evaluar bien qué tipo de silla se elige.
Al escoger una silla de ruedas hay que valorar aspectos como los materiales de los que está hecha la silla, porque ello va a influir en el peso de la silla y en su resistencia a golpes o arañazos, el ancho del asiento y por tanto de la silla, y la comodidad que pueda proporcionar.
Otros detalles a tener en cuenta son si tiene un reposapiés elevable, el tamaño de las ruedas, las modificaciones que pueda tener para el momento del baño, o la seguridad y anclajes.
Los fabricantes de sillas de ruedas dan una orientación sobre el peso máximo del usuario según de qué modelo se trate, y es imperativo ceñirse bien a las indicaciones.
Las sillas de ruedas en el entorno geriátrico
Poder salir a tomar el sol o estar en la sala de ocio se puede llegar a convertir en un lujo para determinadas personas mayores que están en un geriátrico y tienen la movilidad reducida, por ello una de las medidas más habituales es el uso de una silla de ruedas. En las residencias de mayores los trabajadores han de trasladar constantemente a las personas que allí residen y a veces no dan abasto, por tanto en este caso ganan en calidad de vida los usuarios que tienen a su alcance una silla eléctrica, ya que son ideales tanto para un uso interior como en exterior.
Especialmente si el usuario tiene que estar todo el tiempo en silla de ruedas hay que tener en cuenta la duración de la batería y el peso tanto para el manejo de las propias personas mayores como para el caso de su plegado y carga en un vehículo. En definitiva, las sillas más recomendadas son las eléctricas con una buena autonomía.
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Fuente: Redacción Noticias en Salud
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