Del texto escrito por el patrón de Europa hace 1.500 años, Oriol Amat destaca 12 puntos aplicables a cualquier organización
El liderazgo (y la falta de liderazgo) es una cuestión candente que preocupa a gobiernos, instituciones y empresas, y aparece en los medios de comunicación con frecuencia. ¿Adónde acudir para dar con la fórmula de liderazgo más adecuada para nuestro convulso siglo XXI?
Oriol Amat, catedrático de Economía Financiera y Contabilidad, fue elegido el pasado 5 de mayo rector de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona, España). Además de tener una dilatada trayectoria en el ámbito académico, había ocupado escaño en el Parlament de Catalunya como diputado entre 2015 y 2017.
El nuevo cargo hizo que Amat se planteara las vacaciones de verano de este año como una oportunidad de leer más a fondo sobre cuestiones de liderazgo. De todo ello salió un artículo publicado ayer día 2 que lleva por título «Aprendiendo liderazgo de 15 siglos en los monasterios benedictinos». En él viene a subrayar que la Regla de San Benito es un referente para quienes ostentan hoy algún tipo de autoridad.
«La había leído hace unos 10 años, en una edición de Publicacions de l’Abadia de Montserrat con comentarios del abad Cassià m. Just», explica. «Al ser elegido rector, seleccioné para este verano una serie de libros sobre liderazgo y este estaba entre ellos».
Modernidad de la Regla
Le sorprendió «que un texto escrito hace 1.500 años tenga tanta validez para nuestros días». Y destaca que «hay en él muchos datos que nos pueden sorprender. Me llamó la atención, por ejemplo, que en una época en que el autoritarismo estaba a la orden del día, se estableciera que en un monasterio cada 4 años habrá una comisión externa que escucha opiniones, hace balance y tiene incluso potestad para destituir al abad si lo considera necesario».
Además del artículo, Amat tiene el proyecto de preparar un trabajo de mayor calado junto con varios monjes benedictinos. «Mi idea -dice- es seguir trabajando la Regla de san Benito. Creo que puede aportar mucho a nuestros días».
-Esta idea del liderazgo está presente también en el papa Francisco cuando habla del poder como servicio.
-Efectivamente. Se trata de asumir el liderazgo como un modo de servir, de asumir responsabilidades no en beneficio propio sino del bien común. El liderazgo a veces supone un mayor esfuerzo económico y de dedicación, y prima por encima del egoísmo y de los propios intereses.
Amat interpreta la Regla de San Benito como católico que en la vida quiere guiarse por los valores del Evangelio. Piensa que también es posible trasladarla a la política: «La Regla se puede aplicar a todo líder y los políticos, al final, son también líderes. Creo de veras que si siguieran la Regla de san Benito, a todos nos iría mejor, porque hay ideas que van a la raíz de la humanidad: pensar en los demás, servir…».
Todo esto puede extraerse de frases de san Benito como esta dedicada al papel del Abad:
Que «los fuertes tengan el deseo de mejorarse y los débiles no se desanimen » (capítulo 64).
En esta primera reflexión, Oriol Amat entresaca los valores que considera referentes para un buen liderazgo:
1Vocación de servicio.
La persona que lidera tiene que entender que tiene que servir más que mandar. Tiene que ser más querida que temida.
2Autoridad versus poder.
El líder que tiene autoridad hace crecer a las personas y muestra con hechos cómo se tiene que trabajar, cómo se tiene que tratar a los demás y cómo se tienen que tomar decisiones. Es más importante ser convincente que autoritario. Por lo tanto, hay que liderar con el ejemplo, más que con las palabras.
3Humildad.
Ser humilde implica reconocer los propios defectos y valorar a los demás. Cassià Maria Just, abad de Montserrat entre 1966 y 1989, hablaba así del liderazgo (refiriéndose al padre abad): «Tiene que ser valiente, porque es una carga. Tiene que ser humilde y que no busque el cargo, sino que lo acepte. Que tenga capacidad de trabajo en equipo, pero en un equipo plural; si no, hay el peligro del pensamiento único».
4Rendición de cuentas.
La persona que lidera es depositaria de la confianza del resto. Por eso, tiene que aceptar rendir cuentas y que todo el mundo sea muy exigente con ella.
5Prudencia.
Hay que actuar con prudencia para no echar a perder lo que funciona. San Benito decía: «Procede con prudencia y no seas extremo en nada, no sea que, por querer rascar demasiado el óxido, rompas el vaso».
6Discreción.
No se puede decir todo a todo el mundo.
7Comunicación.
No se tiene que ser amigo de hablar mucho, sino de escuchar. Como decía San Benito, citando la Biblia: «En mucho charlar, no faltará pecado». Cuando no se tiene lo que se pide, hay que dar una buena palabra por respuesta. La persona que lidera tiene que tener contacto directo a menudo con todas las personas de la organización.
8Meritocracia.
No se tiene que promocionar por antigüedad, sino por méritos.
9Incentivos.
Hay que animar a los que obran bien.
10Ecuanimidad.
No se tiene que apreciar a unas personas más que a otras.
11Resolución de conflictos.
Las diferencias se tienen que resolver con diálogo. Tiene que reinar el respeto y la convivencia pacífica.
12Errores.
Hay que ser comprensivo con los defectos de los demás y esto implica paciencia. De todas maneras, hay que dar mensajes muy claros a los que no actúan bien. Por otro lado, a las personas que asumen responsabilidades, si cometen errores, se las tiene que corregir hasta tres veces. Si no rectifican, se las tiene que destituir.
Amat añade una última reflexión sobre por qué le parece apropiado acudir a la Regla de san Benito, del siglo VI, en cuestiones de liderazgo: «Teniendo en cuenta -escribe- que la mayoría de organizaciones tienen una vida muy corta y que muchos monasterios resisten muy bien el paso de los siglos, merece la pena no perder de vista la sabiduría de la Regla de San Benito».
Fuente: Dolors Massot
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