Un estudio concluye que es posible recortar las probabilidades de desarrollar alzhéimer hasta un tercio, incluso cuando existe predisposición genética.
La enfermedad de Alzhéimer, también denominada demencia senil, es una enfermedad neurodegenerativa. La misma se manifiesta como deterioro cognitivo y trastornos conductuales.
Las familias que tiene a alguien que padece algún tipo de demencia saben lo agotador que es a nivel emocional. Además el estrés que causa pensar que la enfermedad pueda ser heredada de los padres y abuelos.
Los casos genéticamente determinados son los considerandos hereditarios, casi siempre se presentan a edad temprana. Algunos síntoma pueden presentarse a los 40 años.
En el caso del alzhéimer menos del 1 por ciento son de este tipo. Esto significa que el 99 por ciento de los casos son esporádicos.
La portavoz del Grupo de Estudio de Conducta y Demencia de la Sociedad Española de Neurología se refirió al respecto.
Sagrario Manzano explicó: “Esto significa que el 99% son casos esporádicos en los que, por lo que se sabe hasta ahora, la enfermedad se origina por una interacción entre una predisposición genética y factores ambientales como nuestro estilo de vida”.
Por ese motivo, mientras se descubre una cura, los científicos investigan cómo evitar la enfermedad y qué estamos haciendo mal para que existan tantos casos.
La OMS estima que se producen diez millones de nuevos diagnósticos anuales.
Cómo retrasar el alzhéimer
Según expuso un participante en la Conferencia Internacional de la asociación de Alzhéimer identificaron la manera de frenar su aparición.
¿Cuál es exactamente el vínculo entre estilo de vida y nuestro sistema cognitivo?
Un estudio realizado, hace ocho años, a unas doscientas mil personas en el Reino Unido revelaron que el riesgo de padecer alzhéimer aumenta o disminuye según los hábitos de vida del paciente.
El tabaquismo, actividad física, consumo de alcohol y la alimentación fueron los principales datos que se estudiaron en la prueba. Los analizados iban de los 60 a los 74 años de edad.
Los investigadores hicieron el análisis a través de muestras de sangre y de un perfil genético, que determinó si los participantes tenían un riesgo alto o bajo de padecer alzhéimer.
La investigación reveló que las probabilidades de desarrollar demencia eran un 32% más bajo en personas con un alto riesgo genético si habían seguido un estilo de vida saludable, en comparación con aquellos que no.
En el caso de una persona que no probó una gota de alcohol, que no fumó un cigarrillo en su vida, que caminaba a diario y que comía poco y sano, pero a quien tristemente le alcanzó la enfermedad, el autor principal del estudio, hizo una advertencia.
David Llewellyn explicó: “No hay garantías, algunas personas hicieron todo lo correcto y aún así desarrollaron demencia.
Pero lo que sugieren nuestros hallazgos es que puede ser posible reducir su riesgo en aproximadamente un tercio viviendo un estilo de vida saludable, independientemente de su riesgo genético”.
Comer grasas trans afecta el cerebro
Existen enfermedades neurodegenerativas que se caracterizan por un procesamiento anormal de proteínas cerebrales. Procesos que aún no se conocen bien y que se producen por la conjunción de factores genéticos, cardiovasculares, inflamatorios, nutricionales y psicológico-sociales.
“La nutrición, la mejora en nuestras habilidades sociales y una reducción en la exposición a tóxicos modificarían estos procesos, lo que se engloba en el término de envejecimiento cerebral saludable”, explica el neurólogo del Hospital Universitario Ramón y Cajal.
Guillermo García Rivas explica en qué consisten la resistencia y la resiliencia, los dos conceptos que se dan en las enfermedades neurodegenerativas.
Por resistencia se entiende la ausencia de enfermedad en el cerebro, y por resiliencia se entiende la capacidad que tenemos de amoldarnos a su presencia sin que presentemos un deterioro cognitivo.
Este último concepto tiene que ver con la reserva cognitiva y con las observaciones de la poca correlación que existe entre la carga lesional presente en un cerebro determinado y el grado de deterioro cognitivo.
Esto quiere decir que hay personas que tienen alteraciones patológicas cerebrales y sin embargo apenas tienen deterioro.
Entonces, ¿puede decirse que posiblemente la adopción de hábitos de vida saludable aumente más nuestra resiliencia que nuestra resistencia?
Rivas explica “Efectivamente, es posible que la adopción de hábitos de vida saludables y una modificación en nuestros hábitos nutricionales faciliten una mayor conectividad neuronal o aumenten la capacidad de nuestra reserva cognitiva.
Estas estarían más relacionados con un incremento de la resiliencia que el disminuir o evitar la agregación de proteínas anormales, que tendría más que ver con la resistencia”, dijo el médico.
¿Qué ocurre con otro tipo de demencias?
Los estudios realizados intentan identificar los factores de riesgo y encontrar posibles factores protectores que ayuden a prevenir demencias. Se enfocaron sobre todo en el alzhéimer.
En todo caso, estos factores de riesgo que se han identificado también tienen gran impacto en la probabilidad de desarrollar cualquier otro tipo de demencia, explica Sagrario Manzano.
“Es fundamental que en materia de prevención actuemos sobre los factores de riesgo que ya conocemos, y eso implica que cualquier individuo debe adoptar una posición protagonista sobre su estado de salud.
Si no cuidamos nuestro cerebro tendremos más probabilidades de desarrollar demencia, sobre todo Alzheimer, en edades avanzadas de la vida”, continúa la especialista.
Las claves para prevenir la demencia
-El ejercicio físico, una costumbre vital. El aeróbico pude mejorar a corto plazo el rendimiento de adultos sanos en su memoria, atención y velocidad de procesamiento.
-Relacionarse con otras personas. Está demostrado que los sentimientos de autoeficacia y de autoestima que conforman la actividad social se relacionan con el mantenimiento de la función mental.
Los estudios demuestran que la integración social sumada a la actividad social activa sirven para neutralizar el estrés de la vida cotidiana. El efecto neuroquímico (hormonal) de ese tipo de estrés no es bueno para el cerebro.
-Estimulación mental. No termina en la escuela. El incremento de los nieles de educación se asocian a una mayor probabilidad de mantener un buen funcionamiento cerebral en el tiempo.
-Buena alimentación. Algunos estudios apuntan que la ingesta de pescado al menos una vez por semana podría producir una reducción del 60% del riesgo de alzhéimer.
Al incluir antioxidantes, vitamina C y E, y omega 3. “En ningún caso se trata de tratamientos curativos, ni los mencionados ni el famoso ginkgo biloba (que no ha demostrado eficacia en la demencia tipo alzhéimer), pero sí serían recomendables en las fases iniciales a fin de retrasar el comienzo de la demencia”, explican los especialistas.
La importancia de la motivación
Hay que procurar ser felices, tener ilusión por vivir, por disfrutar de todo lo que te rodea, porque afligirse seguido se relaciona con una aceleración de deterioro cognitivo.
Las enfermedades mentales como la depresión se han relacionado a una mayor pérdida de neuronas. Ocurre en el hipocampo, una especie de puerta de entrada de las memorias o recuerdos.
Cuidado también con la apatía, que a menudo se ignora o se confunde con depresión. La pérdida de interés y emociones es algo que está presente en casi la mitad de las personas con demencia.
La investigación dirigida por la Universidad de Exeter, presentada en la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzhéimer en Los Ángeles, analizó a 4.320 personas con alzhéimer y un 45% de ellos la padecía.
Fuente:Salud 360