El informe de este año también analiza la manera en que los riesgos actuales y futuros pueden interactuar entre sí y formar una «policrisis», es decir, un conjunto de riesgos mundiales conexos con efectos agravantes y consecuencias imprevisibles. El informe indaga en la «rivalidad por los recursos», un posible conjunto de riesgos medioambientales, geopolíticos y socioeconómicos interrelacionados relativos a la oferta y la demanda de recursos naturales, incluyendo los alimentos, el agua y la energía.
El informe, elaborado en colaboración con Marsh McLennan y Zurich Insurance Group, se basa en las opiniones de más de 1,200 expertos en riesgos mundiales, encargados de formular políticas y líderes de la industria. A lo largo de tres periodos, esboza un panorama de los riesgos mundiales que resulta nuevo y a la vez inquietantemente familiar, ya que el mundo se enfrenta a muchos riesgos preexistentes que anteriormente parecían estar retrocediendo.
Los conflictos y las tensiones geoeconómicas han desencadenado una serie de riesgos a nivel mundial estrechamente interconectados, de acuerdo con el Informe de Riesgos Globales 2023. Entre ellos figura la escasez en el suministro energético y de alimentos, que probablemente persista durante los próximos dos años, así como los elevados aumentos del costo de la vida y del servicio de la deuda. Al mismo tiempo, estas crisis podrían socavar los esfuerzos para hacer frente a los riesgos a más largo plazo, especialmente aquellos relacionados con el cambio climático, la biodiversidad y la inversión en capital humano.
El Informe de Riesgos Globales 2023 sostiene que el plazo para actuar frente a las amenazas más críticas a largo plazo se está agotando rápidamente y que es necesaria una acción concertada y colectiva antes de que los riesgos alcancen un punto de inflexión.
En la actualidad, la pandemia mundial y la guerra en Europa han vuelto a poner en primer plano las crisis energética, inflacionaria, alimentaria y de seguridad. Estas generan riesgos conexos que predominarán durante los próximos dos años: el riesgo de recesión; el creciente sobreendeudamiento; una crisis continua del costo de vida; las sociedades polarizadas como consecuencia de la desinformación; la interrupción de las medidas oportunas para combatir el cambio climático; así como una guerra geoeconómica de ganadores y perdedores.
A menos que el mundo empiece a cooperar más eficientemente en torno a la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo, en los próximos 10 años se producirá un calentamiento global constante y un colapso ecológico. La incapacidad para mitigar el cambio climático y de adaptarse al mismo, los desastres naturales, la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental representan cinco de los 10 principales riesgos; la pérdida de biodiversidad se considera uno de los riesgos mundiales que se agravarán más rápidamente en la próxima década. Al mismo tiempo, el liderazgo basado en las crisis y las rivalidades geopolíticas podrían generar aflicción social a un nivel sin precedentes, a medida que desaparecen las inversiones en salud, educación y desarrollo económico, deteriorando aún más la cohesión social. Por último, las crecientes rivalidades no sólo entrañan el riesgo de un mayor armamentismo geoeconómico, sino también de una remilitarización, especialmente a través de nuevas tecnologías y actores corruptos.
En los próximos años, los gobiernos se verán obligados a hacer concesiones en torno a inquietudes incompatibles en materia de sociedad, medio ambiente y seguridad. Los riesgos geoeconómicos a corto plazo ya están poniendo a prueba los compromisos de cero emisiones netas y ponen de manifiesto la brecha que existe entre lo que es científicamente necesario y lo que es políticamente aceptable. Es necesario acelerar drásticamente la acción colectiva frente a la crisis climática para limitar las consecuencias de un mundo expuesto al calentamiento. Mientras tanto, es posible que las consideraciones en torno a la seguridad y el incremento del gasto militar den lugar a un margen de maniobra en materia fiscal más estrecho para amortiguar las repercusiones de una prolongada crisis del costo de vida. De no producirse un cambio de trayectoria, los países vulnerables podrían llegar a un estado de crisis perpetuo en el que se verían imposibilitados para invertir en crecimiento futuro, desarrollo humano y tecnologías ecológicas.
El informe insta a los líderes para que tomen medidas de forma colectiva y decidida, equilibrando las perspectivas a corto y largo plazo. Además de las medidas urgentes y coordinadas para combatir el cambio climático, el informe recomienda hacer esfuerzos conjuntos entre países, así como la cooperación público-privada para fortalecer la estabilidad financiera, la gobernanza tecnológica, el desarrollo económico y la inversión en investigación, ciencia, educación y salud.
«El panorama de riesgos a corto plazo está dominado por la energía, los alimentos, la deuda y los desastres. Aquellos que actualmente son los más vulnerables están sufriendo y, ante las múltiples crisis, aquellos que pueden clasificarse como vulnerables están aumentando rápidamente, tanto en los países ricos como en los pobres. El clima y el desarrollo humano deben ser las preocupaciones principales de los líderes mundiales, incluso mientras luchan contra las crisis actuales. La cooperación es la única manera de avanzar«, declaró Saadia Zahidi, Directora General del Foro Económico Mundial.
John Scott, Director de Riesgos de Sustentabilidad de Zurich Insurance Group, afirmó que: «La interacción entre los efectos del cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la seguridad alimentaria y el consumo de recursos naturales es una combinación peligrosa. Si no se genera un cambio significativo en la política o si no hay inversiones, esta convergencia acelerará el colapso de los ecosistemas, comprometerá el suministro de alimentos, intensificará los efectos de los desastres naturales y limitará los avances en torno a la mitigación del cambio climático. Si aceleramos las medidas, aún tendremos la oportunidad de alcanzar una trayectoria de 1.5 °C antes de que termine la década y hacer frente a las emergencias por desastres naturales. Los recientes avances en el desarrollo de tecnologías de energías renovables y vehículos eléctricos son buenas razones para ser optimistas«.
Carolina Klint, Líder de Gestión de Riesgos en Europa Continental de Marsh, declaró que: «El 2023 va a estar marcado por un aumento de los riesgos relacionados con los alimentos, la energía, las materias primas y la ciberseguridad, lo que provocará nuevas perturbaciones en las cadenas de suministro mundiales y repercutirá en las decisiones de inversión». En un momento en el que los países y las organizaciones deberían estar intensificando sus esfuerzos de resiliencia, los factores económicos adversos limitarán su capacidad para hacerlo. Ante las condiciones geoeconómicas más difíciles que ha enfrentado la última generación, las empresas deberían centrarse no sólo en sortear los problemas a corto plazo, sino también en desarrollar estrategias que les permitan afrontar riesgos a más largo plazo y el cambio estructural«.
Así lo plantea el nuevo Informe de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial. Entre los hallazgos se advierte que la crisis del costo de vida es el mayor riesgo a corto plazo, mientras que la incapacidad para mitigar el cambio climático y de adaptarse al mismo es la mayor preocupación a largo plazo. Se hace un llamado a los países a trabajar en conjunto para evitar «rivalidades por los recursos».
Fuente: pablo.leidi
ComunicarSe