Ante más consumo de bebidas energéticas, menos horas de sueño por las noches. Esa es la conclusión de un estudio noruego realizado a más de 50.000 personas de entre 18 y 35 años, que encontró que incluso el uso ocasional puede aumentar el riesgo de trastornos en la salud.
Las bebidas energéticas contienen un contenido medio de cafeína de 150 mg por litro y azúcar, vitaminas, minerales y aminoácidos en cantidades variables.
Los anuncios las posicionan como un medio para mejorar la salud física y mental, lo que puede ser la razón por la que resultan tan populares entre los jóvenes estudiantes. De hecho, un estudio publicado el pasado mes de noviembre en la revista Addiction encontró que casi el 60% de los adultos jóvenes y adolescentes a nivel mundial han consumido bebidas energéticas en algún momento; un hecho que preocupa a los expertos, especialmente cuando se combinan con alcohol.
A lo largo de los años se han realizado varios estudios que han intentado demostrar los riesgos involucrados. Un nuevo artículo, escrito en Noruega y publicado en la revista BMJ Open, vincula el consumo de bebidas energéticas con la mala calidad del sueño y el insomnio en estudiantes universitarios.
Los resultados, basados en datos de 53.266 personas de 18 a 35 años del último EEstudio sobre Salud y Bienestar de los Estudiantes (estudio SHOT22), mostraron que cuanto mayor era la frecuencia de consumo, menos horas dormían por la noche. “Incluso el consumo de pequeñas cantidades de bebida (de una a tres veces al mes) puede asociarse con la calidad y la cantidad de horas de sueño”, explica Siri Kaldenbach, primera autora e investigadora del Hospital Innlandet de Noruega.
Cómo afectan las bebidas energéticas al sueño
Para entender qué aspectos del sueño se veían más o menos afectados, se preguntó a los estudiantes con qué frecuencia bebían bebidas energéticas y cómo eran sus actividades diarias: cuándo se acostaban y cuándo se despertaban, o cuánto tiempo tardaban en conciliar el sueño.
Luego se calculó la eficiencia del sueño en función del total de horas de sueño por noche y el tiempo pasado en la cama.
Diferencias entre hombres y mujeres
Las respuestas a la encuesta muestran claras diferencias de género en los patrones de consumo. Por ejemplo, las mujeres son más propensas que los hombres a decir que nunca o casi nunca beben bebidas energéticas: 50% frente a 40%. De los que informaron beber estas bebidas, el 5,5% dijo que las bebía de cuatro a seis veces por semana, y poco más del 3% dijo que las bebía todos los días. Los valores equivalentes de estos son 8 y 5%, respectivamente.
Sin embargo, en ambos sexos se observó una clara relación dosis-respuesta entre el consumo de bebidas energéticas y menos tiempo de sueño. Al informar sobre el consumo diario, tanto hombres como mujeres durmieron aproximadamente media hora menos que los participantes que consumían ocasionalmente o no consumían nada.
Se observaron asociaciones similares durante el despertar después de quedarse dormido y demorar en conciliar el sueño.
Por tanto, un mayor consumo se asocia con un aumento tanto del tiempo de vigilia durante la noche como del tiempo necesario para conciliar el sueño, es decir, una menor eficiencia del sueño.
Problemas de insomnio
El insomnio también fue más común en mujeres y hombres que usaban estas bebidas a diario que en aquellos que lo usaban ocasionalmente o no lo usaban: 51% frente a 33% (ellos) y 37% frente a 22% (ellas). En general, un mayor consumo de bebidas energéticas se asoció con un mayor riesgo de problemas de sueño en todos los aspectos examinados, observándose la asociación más fuerte con la duración del sueño.
En comparación con aquellos que informaron que no bebían bebidas energéticas o que solo las bebían ocasionalmente, los hombres que informaron que las bebían diariamente tenían más del doble de probabilidades de dormir menos de 6 horas por noche, mientras que las mujeres tenían un 87% más de probabilidades.
“Nuestro objetivo es al menos informar al consumidor de que beber grandes cantidades no es beneficioso para dormir bien y que los estudiantes quizá deberían tener cierto cuidado al tomar estas bebidas, como también se constata en otros estudios de otros países sobre el mismo tema”, añade Kaldenbach.
Limitaciones del estudio
Este es un estudio observacional, por lo que no se pueden sacar conclusiones sobre la causa. Sin embargo, los investigadores creen que sus hallazgos muestran una fuerte relación entre la frecuencia del consumo de bebidas energéticas y diversos parámetros del sueño.
“La identificación de factores de riesgo modificables para los problemas de sueño entre los estudiantes universitarios es vital, y nuestros resultados sugieren que la frecuencia de consumo podría ser un posible objetivo para las intervenciones”, exponen los autores.
“Creemos que este resultado puede tener implicaciones para otros países, porque las bebidas energéticas son muy populares en todo el mundo, como lo han demostrado otros estudios“, concluyó Kaldenbach.
Referencia:
Kaldenbach S, et al. “Energy drink consumption and sleep parameters in college and university students: a national cross-sectional study”. BMJ Open 2024.
Financiación: Ministerio noruego de Educación e Investigación y Ministerio noruego de Sanidad y Servicios Asistenciales.
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Fuente:
Redaccion EcoPortal
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