La ciencia no es asunto exclusivo de los hombres. Para incentivar la vocación científica de las niñas, la Asociación de Mujeres Investigadoras y tecnólogas, AMIT, con apoyo del Parlamento Europeo, ha lanzado la campaña “No más Matildas” que busca recuperar del olvido y dar su lugar a tantas científicas brillantes, cuyos hallazgos les han sido usurpados y sus nombres ignorados.
De izquierda a derecha: Lise Meitner, Marie Curie y Rosalind Franklin. – © Corbis / Bettmann / Universal History Archive via Getty Images
Con información de Simon Rozé.
Expoliar a las mujeres de sus descubrimientos científicos para atribuírselos como propios es una manía de los hombres tan vieja como la ciencia misma. En los años 1960, la historiadora Margaret Rossiter la llamó “El efecto Matilda” justamente para no despojar de su hallazgo a la militante Matilda Joslyn Gage quien a comienzos del siglo XX ya había teorizado sobre el asunto.
Rossiter descubrió un caso flagrante: en el siglo XI la médica italiana Trotula escribió varias obras sobre la salud femenina que fueron referencia durante la Edad Media. Pero sus escritos se atribuyeron autores masculinos borrando de la historia no solo a la verdadera autora sino al hecho de que en la época hubiesen ido mujeres a la escuela de medicina de Salerno.
Uno de los ejemplos de “Matildas” más conocidos es el de Mileva Eisntein, la compañera sentimental y de investigaciones de Albert Eisntein. Trabajaron juntos en el laboratorio pero fue él quien firmó las publicaciones, especialmente la de efecto fotoeléctrico que le mereció premio el Nobel en 1921.
La médica francesa, especialista en cardiopediatría, Marthe Gautier fue una de las protagonistas del descubrimiento del cromosoma supernumerario responsable del síndrome de Down, realizado en colaboración con el pediatra y genetista Raymond Turpin y el genetista Jérôme Lejeune.
En abril de 1960, la enfermedad se bautizó como trisomía 21 y se atribuyó a Lejeune la puesta en evidencia de esta anomalía cromosómica. Molesta por haber sido marginada en la autoría del descubrimiento, Gautier decidió abandonar el estudio de la trisomía 21, para volver a dedicarse a los cuidados de niñas y niños con cardiopatías.
La astrofísica norirlandesa Susan Jocelyn Bell descubrió en 1967 la primera radioseñal de un pulsar, uno de los logros científicos más significativos del siglo XX que fue reconocido por la concesión del Premio Nobel de Física, pero a pesar de que ella fue la primera en observar los púlsares, Bell no fue uno de los destinatarios del premio.
Rosalind Flanklin tomó una fotografía que cambio por completo a la medicina moderna. La científica británica tenía 30 años cuando Franklin tomo la “Foto 51”, clave para demostrar por primera vez cómo debía ser la estructura del ADN, que hasta entonces era un misterio. Pero fueron sus colegas Watson et Crick quienes anunciaron el descubriendo y obtuvieron el premio Nobel. Cuatro años antes de ser galardonados por la Academia de las Ciencias, ella había muerto de cáncer de ovario y sin ningún reconocimiento por su hallazgo.
Fuente
Fuente: El ‘Efecto Matilda’ que golpea a las mujeres científicas. Por Salud 360.
Fuente: Salud 360