Así hablamos en muchas ocasiones de las cosas… como si fueran las cosas las que tienen el poder de decidir si se hacen o no se hacen.
Hoy pensaba en cuantos logros no alcanzamos sólo porque creemos que son imposibles o porque no va a salir bien el trabajo que quiero realizar.
Pensaba que las personas nunca hablamos de las cosas, sino de cómo vemos las cosas.
¿Qué significa esto? Pues que cuando decimos que eso es imposible, lo que realmente estamos diciendo es que “yo no sé” o “no me atrevo” o “no tengo las posibilidades ni el conocimiento de hacer ese trabajo”.
Miramos las cosas como si al mirarlas fueran a transformarse o a solucionarse por si solas. Recuerdo mi época de estudiante, cuando mi profesor Don Ángel nos explicaba las ecuaciones. Yo me quedaba mirándolas como si mirándolas mucho fueran a solucionarse. No pensaba en opciones de solución, simplemente las miraba, me contaba una historia del tipo “esto es súper difícil” y decía que no había manera humana de resolver esa ecuación.
Claro, cuando mis compañeros la resolvían yo sacaba conclusiones: “Es que hoy precisamente puso la más difícil” o lo que es peor… “yo no sirvo para las matemáticas”. La realidad es que poco a poco, mi relación con las matemáticas fue de mal en peor hasta que batí récord de suspensos seguidos en exámenes… tenía que demostrar que lo que yo creía era verdad.
Cuando crecí, me pasó varias veces más, miraba las cosas y me decía “eso es imposible”.
Afortunadamente tuve a mi lado personas que me desafiaron lo suficiente como para comenzar a entender que las cosas no son difíciles o imposibles… que realmente no hablo de las cosas, sino de mí.
Esto me relajó muchísimo, porque comprendí que cuando miro algo y no le “meto mano” porque es muy difícil, ahora termino pensando: “me falta algo a mi para poder hacerlo… o es un conocimiento, o una habilidad o una capacidad”, y esto es alucinante, porque se que está en mis manos, no en manos de “la cosa de la que hablo”
Las cosas no tienen el poder de decidir si con difíciles o fáciles, pero las personas sí que tenemos ese poder. Tomar la decisión de que tocar guitarra sea fácil esta en mis manos (nunca mejor dicho), sólo me faltan horas de entrenamiento. Y si lo que quiero es ser muy bueno haciendo eso, es dedicarle tantas horas como para que lo que comienza a ser fácil, ahora lo eleve al nivel de “talento”.
Decía Paco de Lucía: “Le dedico más de 8 horas de práctica a la guitarra desde que soy un niño… a eso en mi tierra le llaman duende”.
Ahora cuando miro algo y me escucho decir “eso es imposible”, trato de cuestionármelo y le coloco una interrogante ¿es imposible? o lo que es realmente más lógico: ¿me está faltando algo a mi?
Esto no significa que me aparezcan super poderes que me hagan realizar cualquier cosa, pero me lleva directamente en un circulo de responsabilidad, porque ahora los resultados dependen de mi, no de las cosas de las que hablo.
Me contaba una amiga que en estos días le pasaba algo así. Un técnico de maquinaria decía que realizar un trabajo especifico era imposible, que nunca se había logrado y que, tras veinte años de experiencia, él sabia que no era posible realizar una tarea especifica.
Me encantaba como me contaba que a través de preguntas a él, no a la maquina, fue capaz de desafiar su manera de hacer, su historia… y como al final, preguntándole: ¿si estuviera en tus manos, qué es lo que crees que se podría hacer para mejorar el proceso y sacar el trabajo adelante?… finalmente el trabajo se hizo y salió como se deseaba.
Lo increíble es que siempre pudo haberse hecho, pero un “experto” (que no es sino alguien convencido de que sus estrategias son correctas, aunque esté equivocado) había hablado en nombre de la máquina.
Desafiar sus propias creencias y estrategias demostró que la maquina podía hacer ese trabajo, y que el que no podía era este tipo. La máquina no tenía creencias limitantes, era él.
Es alucinante darse cuenta como cada día nos encontramos con personas que hablan de las cosas como si tuvieran vida, otorgándoles un poder inexistente… el inglés es difícil, la música es complicada…
Recuerda que jamás hablamos de las cosas, sino de nosotros mismos… incluso cuando hablamos de la distancia de las cosas. Verdaderamente, “no existen cosas lejos de las personas, sino personas lejos de las cosas”.
Entender esto, nos da el poder suficiente como para preguntarnos cada día qué nos está faltando para lograr nuestros objetivos y metas.
La próxima vez que te pilles mirando algo y diciéndote “eso es difícil o imposible”, pregúntate: ¿qué me está faltando a mi para lograr el resultado deseado?
Sueña, deja que tu imaginación vuele… y luego pregúntate ¿qué me está faltando para lograrlo? Nunca vuelvas a decir que ese sueño es una locura siendo tú un cuerdo, porque los cuerdos logran cosas cuerdas… sólo los locos logran locuras.
¿Te animas?
Fuente: Cuentame Algo Bueno
Pepe Cabello