La termogénesis (la capacidad de un organismo para generar calor) es muy rara en la flora. Sin embargo, hay casos excepcionales, como los que se presentan a continuación.
En las plantas, la producción de calor se puede medir de varias formas.
Diversas medidas
La producción de calor se puede medir en términos de tasa máxima de producción de calor en toda la flor, el aro gigante (Amorphophallus titanum) puede generar 34,53 vatios de energía.
También estamos ante la planta más alta: 3,1 metros, como se confirmó en junio de 2010. También es considerada la planta más apestosa, por lo que se la conoce como «flor cadáver»: cuando florece desprende un hedor parecido al de la carne putrefacta, que se percibe hasta casi 1 kilómetro de distancia.
La producción de calor también se puede medir de otra forma. Los flósculos macho del Arum concinnatum producen hasta 0,43 w/g por la noche; es la tasa de calor más elevada en relación con su masa.
Y también hay una tercera forma de medir la producción de calor. En función de la diferencia entre temperatura ambiente y la de la flor, se ha determinado que, en estado silvestre, la col de mofeta (Symplocarpus foetidus) está 25,6 ºC más caliente que el aire de su alrededor, lo suficiente para fundir la nieve que llegue a cubrirla.
Fuente: Sergio Parra
Xataka Ciencia