Ocho pacientes ya lo han probado con éxito en Madrid
Juana Barajas dice que lo de antes no era vida. Los temblores que sufría desde hace 12 años le hacían acostarse con contracturas por la noche. «No podía cocinar, no podía comer, no podía escribir. Era todo no, no, no. Se me había acabado la vida». Lo dice ahora, a sus 75 años, sujetando con mano firme el micrófono, sin rastro del tembleque. Ella es uno de los ocho pacientes que por ahora se han beneficiado de una nueva técnica no invasiva que permite arreglar los circuitos neuronales anómalos que provocan los temblores.
Se calcula que unas 400.000 personas en España sufren el llamado temblor esencial, un trastorno del movimiento -de causa desconocida- que impide a quienes lo sufren realizar tareas sencillas debido a sus movimientos involuntarios y a la torpeza que ocasiona. Por ahora, ellas son las más beneficiadas del llamado high intensity focused ultrasound (HIFU), una técnica con la que sólo cuentan por ahora dos hospitales.
Uno de ellos, el Centro Integral de Neurociencias A.C. HM Cinac del Hospital Puerta del Sur (en Móstoles, Madrid), ha presentado hoy los resultados con los primeros ocho pacientes tratados desde el pasado mes de julio con esta tecnología de ultrasonidos (cuyo coste ronda los 17.000 euros por procedimiento).
Como ha explicado su responsable, el doctor José Obeso, el HIFU permite tratar los temblores (como los que sufren también los pacientes con Parkinson) sin necesidad de una intervención quirúrgica abierta, como se hacía hasta ahora. «Los temblores responden mal al tratamiento farnacológico. Hasta ahora se llevaba a cabo una cirugía [estimulación cerebral profunda] para colocar en la zona del cerebro afectada unos electrodos que mediante estimulación por alta frecuencia [o bien por ablación] bloquea los circuitos cerebrales anómalos», ha explicado el doctor Obeso.
En cambio, la nueva tecnología de ultrasonidos logra el mismo efecto pero sin necesidad de abrir el cráneo, mediante miles de haces de ultrasonidos que se concentran en la región del cerebro donde las neuronas funcionan anómalamente.
Como ha explicado el doctor Obeso ante la prensa, y en presencia de Juana, el HIFU tiene dos fases. En una primera, mediante resonancia magnética se determinan las zonas del cerebro afectadas y se establecen las coordenadas. Sólo cuando ese ‘mapa’ está bien definido, se emiten los haces de ultrasonidos para que se concentren en un punto concreto, que puede llegar a alcanzar temperaturas de unos 60 grados centígrados.
«Es un momento muy emocionante, porque vas vendo sobre la marcha cuándo han cesado los temblores y hay que parar», explicaba el neurólogo.
El paciente tiene que ser completamente rapado el día de la intervención para que el cabello no interfiera con las ondas. Aunque pasan unas horas en la UCI por prevención, en 24 horas pueden estar en casa. «No les hemos curado, pero sí mejoramos la calidad de vida«, explica el doctor Obeso.
Y desde luego, viendo a Juana, hay que creerle. «Yo había llegado a una fase que no era vida. Psicológicamente me encontraba fatal porque no podía hacer nada», explicaba con voz firme y de pie («antes no hubiese podido, porque me tenía que ir sentando por todos sitios»). Juana les pide a los periodistas presentes en la sala que «digan que hay que invertir en investigación, porque todos nos vamos a beneficiar de esto. Y al final, esto abarata», apuntaba.
Ella se ha beneficiado de un fondo de investigación, aunque los responsables de la técnica no niegan su elevado precio (unos 17.000 euros). Eso sí, muy por debajo de los 60.000 euros que puede llegar a costar una cirugía de electrodos.
Como Juana, explicaban los neurológos del CINAC, estos ultrasonidos permiten ampliar el rango de edad a pacientes que quizás no hubiesen sido candidatos a una terapia más invasiva con electrodos. «Si la técnica se sigue perfeccionando, yo diría que podría beneficiar a cualquier paciente con temblores. Hoy por hoy, sí hay que seleccionar médicamente a los candidatos y lograr un difícil equilibrio entre las ventajas del tratamiento y las necsidades del paciente», concluye Obeso.
Fuente: MARÍA VALERIO
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