martes, abril 30, 2024

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Ocho claves para gestionar los 2.000 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos generados en el Planeta al año

Los residuos sólidos urbanos (RSU) basicamente son todos aquellos residuos generados en las áreas urbanas como resultado de las actividades humanas. Incluyen una amplia variedad de materiales, como restos de alimentos, papel, cartón, plásticos, vidrio, metales y textiles, entre otros. Los residuos sólidos urbanos (RSU) provienen de hogares, comercios, oficinas, instituciones y pequeñas industrias.

Cuando se gestionan de forma inadecuada, gran parte de esos residuos sólidos urbanos (RSU) desde desperdicios alimentarios y plásticos hasta productos electrónicos y textiles emiten gases de efecto invernadero o sustancias químicas tóxicas. Esto daña los ecosistemas, inflige enfermedades y amenaza la prosperidad económica, perjudicando de manera desproporcionada a mujeres y jóvenes.

El 30 de marzo, el mundo celebro el Día Internacional de Cero Desechos. La celebración, dirigida por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat), destaca la importancia de una gestión adecuada de los residuos. Asimismo, se centra en las formas de frenar el consumo conspicuo que está alimentando la crisis de los desechos.

«El consumo excesivo nos está matando. La humanidad necesita una intervención», declaró el Secretario General de la ONU, António Guterres. «En este Día de Cero Desechos, comprometámonos a poner fin al ciclo destructivo de los desechos, de una vez por todas».

Lucha sin cuartel contra el desperdicio de alimentario

Alrededor del 19% de los alimentos a disposición de los consumidores se desperdicia anualmente, a pesar de que 783 millones de personas pasan hambre. Entre el 8% y el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta proceden de la producción de alimentos que acaban desperdiciándose.

Hay muchas maneras de revertir esta tendencia. Las autoridades municipales pueden promover la agricultura urbana y utilizar los residuos alimentarios en la cría de animales, la agricultura, el mantenimiento de zonas verdes y muchos otros usos. También pueden financiar programas de compostaje de residuos alimentarios, separarlos desde su origen y prohibir que caigan en los vertederos de basura. Mientras tanto, los consumidores pueden comprar sólo lo que necesitan, aceptar frutas y verduras menos apetecibles, pero perfectamente comestibles, almacenar los alimentos de forma más inteligente, aprovechar las sobras, compostar los restos de comida en lugar de tirarlos y donar alimentos antes de que se estropeen, algo que facilitan un montón de plataformas informáticas (apps y sitios web).

La recuperación ya está en el menú de algunos lugares. En el Vallès Occidental (España), los ayuntamientos están redistribuyendo los excedentes de comida sana entre los marginados. Mientras tanto, en Nigeria, la organización sin ánimo de lucro No Hunger Food Bank trabaja con la comunidad Indígena Adeta para reducir las pérdidas posteriores a la cosecha, reciclando las cáscaras de yuca para convertirlas en pienso para animales.

Gestionar los residuos textiles

Menos del 1% del material utilizado para producir ropa se recicla en nuevos artículos, lo que supone una pérdida anual de valor material de más de 100.000 millones de dólares. Además, la industria textil consume cada año el equivalente a 86 millones de piscinas olímpicas de agua.

Para contrarrestarlo, la industria de la moda necesita volverse más circular. Las marcas y los minoristas pueden ofrecer modelos de negocio más circulares y productos que duren más y puedan rehacerse, los gobiernos pueden proporcionar infraestructuras para recoger y clasificar los textiles usados, los comunicadores (incluidos los influencers y los directores de marca) pueden cambiar la narrativa de marketing de la moda, y los consumidores pueden evaluar si sus compras de ropa son necesarias.

«El enfoque Cero Desechos es aplicable en todos los niveles», afirma Michal Mlynár, Director Ejecutivo interino de ONU-Hábitat. «Al lograr retener los materiales dentro de la economía y mejorar las prácticas de gestión de desechos, aportamos beneficios a nuestras economías, nuestras sociedades, nuestro planeta y a nosotros mismos».

Reducir los residuos eléctronicos

Los aparatos eléctricos y electrónicos, desde ordenadores a teléfonos, están atestando los vertederos de todo el mundo, ya que los fabricantes incitan continuamente a los consumidores a comprar dispositivos nuevos.

Mediante una política sólida, los gobiernos pueden animar a los consumidores a conservar sus productos durante más tiempo y, al mismo tiempo, presionar a los fabricantes para que ofrezcan servicios de reparación, un cambio que aportaría una serie de beneficios económicos. Asimismo, pueden implementar la responsabilidad ampliada del productor, una política que puede garantizar que los productores de bienes materiales sean responsables de la gestión y el tratamiento de los desechos. Esto puede mantener las materias primas y los bienes en el ciclo económico e inspirar la prevención de residuos por parte de los consumidores, el diseño ecológico y la optimización de la recolección de desechos.

«A medida que el mundo se ahoga en basura, la humanidad debe reaccionar», afirma Sheila Aggarwal-Khan, Directora de la División de Industria y Economía del PNUMA. «Contamos con las soluciones para resolver la crisis de la contaminación por desechos. Sólo necesitamos el compromiso, la colaboración y la inversión de gobiernos, empresas y particulares para aplicarlas».

Reducir el uso de materias primas en los productos

El uso de materias primas se ha triplicado con creces durante los últimos 50 años, lo que ha impulsado la destrucción de espacios naturales y alimentado la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de naturaleza y biodiversidad y la contaminación y los residuos.

Los productores pueden cumplir con las normas de ecodiseño establecidas a nivel nacional para reducir el consumo de energía y recursos y minimizar los productos químicos peligrosos en la producción. Estas normas también garantizan que los productos sean duraderos, reparables y reciclables durante todo el período en que los consumidores los usan.

Esto debería formar parte de un esfuerzo más amplio para diseñar productos a través de lo que se conoce como el enfoque del ciclo de vida. Parar lograrlo, se requiere reducir el uso de recursos y las emisiones al medio ambiente en todas las etapas de la vida de un producto, desde la producción hasta el reciclado.

Leyes y sanciones contra la contaminación por plásticos

Los plásticos se utilizan habitualmente en electrónica, textiles y productos de un solo uso. Alrededor del 85% de las botellas, envases y embalajes de plástico de un solo uso acaban en los vertederos o son gestionados de forma inapropiada. Dado que el plástico no se biodegrada, contribuye a importantes impactos sobre la salud, ya que los microplásticos se infiltran en los alimentos y las fuentes de agua.

Además de eliminar progresivamente los plásticos de un solo uso y mejorar la gestión de residuos, el establecimiento de un sistema mundial de vigilancia y notificación puede ayudar a acabar con la contaminación por plásticos.

Gestionar adecuadamente los residuos peligrosos

Las sustancias químicas están muy presentes en la vida cotidiana: los aparatos electrónicos pueden contener mercurio, los cosméticos pueden tener plomo y los productos de limpieza suelen contener contaminantes orgánicos persistentes. Los residuos químicos y peligrosos requieren un tratamiento y eliminación especializados, pero algunos gobiernos no cumplen las normas establecidas en los convenios de Basilea, Rotterdam y Estocolmo (BRS). Los productos químicos peligrosos y los residuos cruzan las fronteras, sin autorización o incluso ilegalmente.

Los gobiernos pueden comprometerse con acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente (AMUMA), como los convenios BRS, que institucionalizan la cooperación intergubernamental e intersectorial mediante objetivos y planes de acción vinculantes.

Los ciudadanos pueden informarse sobre las sustancias y los tipos de residuos restringidos o prohibidos por los AMUMA y exigir a los gobiernos y las industrias que los retiren del mercado mundial.

Aplicar la el concepto ‘sostenibilidad’ en el diseño y la gestión de las ciudades

Para 2050, se prevé que el 68% de la población mundial vivirá en ciudades. Invertir en edificios energéticamente eficientes conlleva reducciones a largo plazo en la construcción y demolición, que generan importantes cantidades de residuos y suponen el 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Las iniciativas Waste Wise Cities y African Clean Cities Platform de ONU-Hábitat proporcionan datos y seguimiento, conocimientos, promoción y desarrollo de proyectos financiables para lograr que las ciudades no generen residuos. Muchos alcaldes, como la 2023 Campeona de la Tierra de la ONU Josefina Belmonte, de Quezon City (Filipinas), lideran iniciativas para poner fin a los desechos, incluidos los desperdicios alimentos y los plásticos.

Dotar a la gestión de residuos de la suficiente fortaleza para cumplir con sus objetivos

En todo el mundo, alrededor del 25% de los residuos no se recoge, mientras que el 39% no se gestiona en instalaciones controladas. La gestión mundial de basuras supone un coste neto total de 361.000 millones de dólares anuales. Si se pone fin a la eliminación incontrolada, se reduce la generación de residuos y se aumenta el reciclaje, los gobiernos pueden generar una ganancia neta anual de 108.100 millones de dólares de aquí a 2050.

Fuente: Redacción ECOticias – J
ECOticias

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